martes, 9 de febrero de 2010

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miércoles 3 de febrero de 2010
Niños enterrando a niños
















No sé cómo empezar a contaros lo que viví hoy miércoles 3 de febrero. Quizá con algunas imágenes. Las que tomé en el panteón de San Rafael de Ciudad Juárez.
El enterrador Manuel Cano, de 40 años de edad, tampoco tiene palabras. Son sus ojos llenos de lágrimas los que dibujan su sentir. Como el cielo de Juárez que hoy dejó de ser de azul intenso para convertirse en un gris feroz con una intensa lluvia durante casi todo el día.
Y Cano ha visto muchos ataúdes. Más de 6 mil. Pero éstos han sido los más duros de su década en el cementerio.
"Ciudad Juárez está masacrada. Es una ciudad fantasma. Ya no hay futuro", comenta mientras va a cerrar otra tumba de las 7 situadas en hilera.
Y Cano continúa, echando tierra a las tumbas que el mismo cavó. Mientras escucha gritos como: "Chuy, presente!!!!!! "Te queremos!!!!! "A la bin, a la ban...Chuy, Chuy y nadie más". Y otros gritos. Los de las otras seis tumbas.
Jesús Armando Segovia "Chuy" tenía 15 años. Aunque en su cruz blanca le pusieron dos años más. Por sus calificaciones, era un excelente estudiante y deportista. Para las autoridades, un miembro más de una pandilla. Para muchos, esta es la manera de justificar lo que no se quiere investigar conforme a la ley. Cuando la presión social y política es la que mueve las decisiones. Igual que con los feminicidios. O peor tras más de 16 años de impunidad y de un sistema de justicia fallido.
El era uno de los 16 chavos que fueron ejecutados el sábado en una fiesta estudiantil, y uno de los siete que fueron despedidos en la misma calle, en la misma iglesia, en el mismo cementerio. Eran vecinos.
Sus amigos los entierran. Son niños enterrando a otros niños. Tienen entre 13 y 19 años, más o menos como los ejecutados, convertidos tras su muerte en pandilleros y narcotraficantes. Están más cerca de la niñez, por su inocencia, que de la adolescencia: por la forma en la que visten, su educación, parecían ser la poca luz de la colonia obrera Salvárcar, donde la mayoría de los residentes trabajan en las fábricas maquiladoras. Pero la esperanza fue masacrada. En una ciudad militarizada.
*Al cementerio no acudió ninguna autoridad. Tampoco a la misa funeral. Minutos antes de que el cortejo fúnebre se dirigiera hasta la iglesia, el gobernador del estado de Chihuahua, José Reyes Baeza llegó a las casas de las víctimas para expresar sus condolencias a las familas.
Estas le esperaron con cartelones. Pidendo justicia.
"Usted tiene guardaespaldas que le protegen pero nosotros no tenemos ni dinero para comprar un arma y defendernos", le increpó Patricia Dávila, la tía de dos hermanos asesinados, mientras el gobernador huía del lugar.
Os dejo con más imágenes. El presidente Calderón, artífice de su llamada guerra contra el narcotráfico, está de viaje oficial en Japón. En Ciudad Juárez piensan que está en China. Su versión de la masacre aquí suena a chino. Calderón afirma que el ataque fue cometido ¨probablemente por otro grupo con el que, es una de las hipótesis, tenía cierta rivalidad".





*La guerra ficticia contra el narcotráfico del presidente Felipe Calderón ha dejado en Ciudad Juárez más de 4.500 muertos desde que comenzó hace 23 meses y unos 10 mil niños huérfanos. Las extorsiones, secuestros y robos son cotidianos en una ciudad militarizada. Se estima que unas 150 mil personas han huido de esta ciudad de 1 millón 300 mil habitantes. La ciudad ha suspendido sus pobres partidas de infraestructura y ayuda social para pagar a los 8 mil militares y unos 3 mil federales enviados por el presidente de México. Desde la guerra de Calderón el peligro en Ciudad Juárez está en estar vivo.

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