jueves, 13 de enero de 2011

MÉXICO: LA GUERRA DE CALDERÓN HA ASESINADO A 40 MIL PERSONAS, ¿SI EN 2010 HUBO 16 MIL, LLEGARÁN A 100 MIL EN 1012?

Pedro Echeverría V.

1. “Para qué preocuparse por los 40 mil muertos –dice en voz baja la clase dominante- si en México tenemos alrededor de 100 millones de pobres, que muchos ni estudian ni trabajan, que sólo desestabilizan a nuestro país y lo desprestigian ante el mundo. La muerte de 100 mil o 200 mil, es nada. Ya somos muchos, ya no cabemos; el gobierno de Calderón debe abrir de par en par las puertas de nuestro país al ejército de EEUU para que sus soldados nos enseñen cómo se gobierna y cómo se acaba con la delincuencia. Nosotros pusimos en el gobierno a Calderón, lo hemos apoyado, pero nos disgusta su tibieza al no querer decirle guerra a la guerra ni se decida a llevarla hasta acabar con los delincuentes que tanto nos aterrorizan. Y preguntamos: ¿No somos acaso los empresarios, los dueños de las fábricas, de los bancos, de todas las empresas los que hemos creado los empleos, los que hacemos posible que todo México tenga qué comer?”

2. Al decir la derecha que “ya somos muchos, ya no cabemos”, me recuerda a aquel economista de finales del XVIII, Malthus, que en su Ensayo planteaba que en la medida que se multiplicaba la población se hacían insuficientes los productos alimenticios y no alcanzarían la gran demanda. Por eso planteaba el teórico que había que crear más tierras productivas para garantizar que la población tuviera que comer o por el contrario había que evitar que siguiera creciendo. Malthus no pensó en eliminar a las gentes con las guerras pero las conclusiones de sus teorías sobre la población llevaban a pensar en ello. ¿Por qué atribuir al Darwin, en su teoría sobre la selección de las especies que también se parece a la de los burgueses modernos? Él tampoco sostuvo que “ya somos muchos o que ya no cabemos”, sino que entre los animales sólo viven los que mejor se adaptan y los que no, quedan eliminados. Los guerreristas de hoy piensan distinto.

3. “México era antes una patria ordenada y generosa –conversan dirigentes destacados del PAN y del PRI más derechizado- porque los indios y los campesinos estaban en sus pueblos y nosotros en las ciudades más civilizadas. Gobernaba el PRI del “nacionalismo revolucionario” que no queremos recordar, sin embargo hasta 1970 se podía vivir bien en las ciudades porque a los indios y a los campesinos se les mantenía en sus pueblos con subsidios y un poco de trabajo; pero a partir de ese sexenio –según vemos en los censos- las ciudades fueron invadidas por los buscatrabajo que las hicieron cada vez más imposibles de vivirlas. Hoy las ciudades son un infierno infestado de droga, secuestros, desempleo, delincuencia, que ya nuestras familias no pueden soportar. Por eso el gobierno de Calderón se ha visto obligado en mantener al ejército en las calles y se busca que su sucesor continúe con esta política. No se ve otra salida”.

4. “Ha sido tan grande la delincuencia en los últimos 15 años que ya no podemos ir al cine, al teatro, a las conferencias y demás eventos culturales, se escucha en algunos cafés de “intelectuales” en la ciudad de México. ¿Estaremos condenados a encerrarnos en nuestras casas y sólo comunicarnos por teléfono? Ya incluso los mismos teléfonos están intervenidos por la policía y, como ésta es cómplice de los narcotraficantes, estamos condenados a aislarnos. También a “los creadores” no están obligando a rodearnos de “guaruras”, es decir, escoltas. ¿Cuándo se había visto algo así en México? Quizá la única salida se encuentre en la legalización de la droga, o en la firma de acuerdos entre las partes con el fin de frenar tanto asesinato que está desprestigiando más al país en el extranjero. ¿Si esto sucede con la cultura, qué tipo de país se está apuntando para el futuro? ¿Será la cultura de los de abajo, la de los sótanos?”

5. Entre tanto preguntamos en algunos mercados públicos a venteros de verduras, frutas y dulces, así como a compradores, si sabían quienes son el Chapo Guzmán, Peña Nieto y el presidente de la República, recibiendo sólo del uno por ciento en respuesta acertada. Preguntamos si sabía cuántos miles de muertos se habían registrado en el país en la guerra contra la delincuencia y si había oído hablar de secuestros; la respuesta fue similar. La realidad es que alrededor del la mitad de la población no tiene interés en saber nada de “política” y cuando ve los medios de información sólo se entera de los deportes, de sexo, de sucesos de policía y un poco de artistas. En Yucatán hay un diario especializado en estos temas que vende más o por lo menos igual –según mis investigaciones- que todos los otros periódicos juntos. Así que basta con ello para catalogar el tipo de información impresa que gusta a la gente. Pero Televisa sigue en primer lugar.

6. Sin embargo, aunque las gentes de izquierda nos consideremos críticos, pensemos que tenemos la razón y queramos transformar de raíz las cosas, Calderón –con el absoluto apoyo de los medios de información- es aplaudido por empresarios, clase política, intelectuales y amas de casa. Por eso acaba de repetir: “el ejército seguirá en las calles hasta el fin de mi gobierno”; sólo le faltó decir: La colaboración militar y el apoyo económico de los EEUU continuará siendo aceptado y podrá incrementarse lo más que quieran, hasta el fin de mi gobierno. Por cierto ha sido silenciado la llamada “Familia Michoacana” y el grupo –al parecer inexistente”- de “los misteriosos” secuestradores del delincuente Diego. ¿O es que de verdad fue un autosecuestro teatral? Pareciera que los 16 mil muertos sólo en 2010 y la promesa de Calderón de continuar con esta misma política de muertes en los siguientes dos años vale un carajo. ¿O no?

7. ¿Por qué Calderón no quiere hablar de guerra cuando es una guerra que ha producido casi 40 mil muertes? ¿Quiere esconder acaso que él, el ejército y la policía no están en guerra para decir que ellos lo único que han hecho es perseguir a “la delincuencia organizada” cumpliendo la ley? Lo que sea; Calderón no podrá esconder su desgobierno porque en todo el país surgen descontentos y protestas que, si tuvieran organización, hace mucho que lo hubieran obligado a renunciar y a ponerlo en la cárcel. 40 mil muertos, 16 mil sólo en 2010 es mucha gente, equivalen a los muertos de una guerra entre naciones o los que son muertos en una gran revolución. Pero la mayoría de los mexicanos parece ni siquiera enterarse. Los grandes medios de información esconden lo que se puede y deforman a su favor las noticias que dan a conocer. La guerra no ha terminado a pesar de los EEUU están interviniendo con el apoyo de la clase política.

http://pedroecheverriav.wordpress.com

LOS CAMINOS DEL VIENTO

Eduardo Galeano
(Palabras de agradecimiento, al recibir el Premio Stig Dagerman, en Suecia, el 12 de septiembre, 2010)

Querido Stig:

Ojalá seamos dignos de tu desesperada esperanza.

Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.

Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.

Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.

¡BASTA DE SANGRE!

José Gil Olmos
PROCESO
MÉXICO, D.F., 12 de enero (apro).- Apenas iniciado el año, durante la primera semana de 2011 había ya 57 muertos vinculados con el crimen organizado.

En diez años, el país ha sufrido su peor crisis de violencia, con más de mil enfrentamientos (uno diario), cerca de 40 mil muertos (9 mil con Vicente Fox y el resto con Felipe Calderón), 62 periodistas asesinados y 11 desaparecidos.

Ello sin contar que la Comisión Nacional de Derechos Humanos tiene registradas 5 mil 397 personas desaparecidas en sólo siete estados, más de 8 mil muertos sin identificar, más de 10 mil huérfanos y 3 mil 326 menores que han perdido la vida en la llamada guerra contra el crimen organizado.

La cuota de sangre que el país ha pagado sin deberla ha sido muy alta. De acuerdo con estimaciones de historiadores, en esta última década la guerra contra el narcotráfico ha costado más vidas que en las guerras de Independencia, de la Reforma y la invasión de Estados Unidos en 1847.

Los efectos sociales del desangramiento aún están por verse en el tiempo, porque si aún no cierra la herida social de la matanza de Tlatelolco en 1968, la de Aguas Blancas en 1996 y la de Acteal en 1997, la provocada por los miles de inocentes que han muerto en esta guerra contra el narcotráfico tardará mucho más, dejando secuelas en la sociedad mexicana.

Durante estos años ha habido expresiones de inconformidad social, entre ellas un par de marchas en las que miles de personas exigieron al gobierno federal mayor seguridad. Sin embargo, en ninguna de ellas se expresó el grito de inconformidad y de demanda para detener las matanzas que hoy vivimos, y la violencia cotidiana que se expande imparable por todo el país.

A diferencia de otros países como Italia y Colombia, donde la sociedad no sólo ha demandado parar la violencia, sino que participa en la lucha contra el crimen organizado, en México los ciudadanos hemos sido incapaces de expresar nuestra molestia, nuestro enojo y nuestro rechazo a las políticas oficiales en las calles, en las plazas o en los lugares públicos.

La desmovilización social de los últimos años, quizá desde 1994, cuando miles salieron a la calle a detener la guerra en Chiapas, ha sido un grave problema, porque la política gubernamental se ha instrumentado de manera impune sin que haya una oposición de ningún grupo.

Así hemos visto pasar ante nuestros ojos la aplicación de políticas públicas que lastiman nuestros salarios, decisiones de cierre de empresas sociales que por años prestaron servicios invaluables, acciones que merman nuestra economía y nuestros derechos más sagrados como la justicia, el bienestar y la libertad de expresión. Muchas cosas que nos conciernen han sido impuestas sin que digamos algo.

La sociedad civil mexicana se ha pulverizado y atomizado con el paso de los años, y las organizaciones de derechos humanos que sobreviven son atacadas por autoridades, políticos, gobernantes y ahora por el crimen organizado, situándolas en una situación tan precaria que organismos internacionales como la ONU ha solicitado al gobierno federal medidas de protección.

Frente a tal desamparo es necesario reaccionar, dejar de ver como algo cotidiano que mueran decenas de personas en las múltiples batallas que hay en el país, o que haya bombazos y ejecuciones producto de decapitaciones, mutilaciones o personas quemadas en ácido.

Hay que dejar de tomar como natural la impunidad y la incapacidad de quienes están a cargo de las instituciones de justicia y de seguridad pública. Debemos rechazar como una verdad absoluta lo que nos dicen los conductores de las televisoras que están al servicio de sus propios intereses o de los intereses de unos cuantos.

Y al mismo tiempo actuar porque tal vez hoy, más que nunca, necesitamos expresar nuestro sentir frente a esta guerra que no tiene sentido, ante esta violencia que está generando más violencia y muertes. Exigir, pues, de manera organizada, que los gobiernos federal, estatales y municipales asuman sus funciones y no las dejen en manos del crimen organizado, que tiene en su poder tres cuartas partes de los municipios de todo el país.

Pero para ello primero hay que vencer el miedo, la apatía y recuperar la capacidad de asombro, además de transformar la inconformidad en acciones sociales organizadas.

La iniciativa de un buen grupo de moneros, cartonistas políticos de diversos medios, en el sentido de convocar a la gente, a otros medios y a las organizaciones sociales a sumarse a la protesta denominada “¡Basta de Sangre!” o “No + sangre” puede ser el primer paso que necesitamos para empezar a caminar el camino de la acción ciudadana, de recuperar los espacios perdidos en esta guerra y de mostrar que es en la sociedad organizada donde puede haber una esperanza de un cambio y un mejor futuro.