lunes, 9 de agosto de 2010

DECLARACIONES (A)NORMALES


Del blog http;//navegaciones.blogspot.com de Pedro Miguel:

Dice Elba Esther Gordillo que las normales rurales “han sido semilleros de guerrilleros” y que si el gobierno no las cierra “van a seguir con lo mismo”.

Es falso: los nidos de guerrilleros no son las normales rurales, sino las condiciones de miseria, marginación y opresión que las rodean.

Cuánta deshonestidad intelectual.

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Agregado del 8/08/2010:

Esa maestra tan fea
que se llama Elba Ester
quiere desaparecer
la Normal como tarea.
Las gentes de su ralea
odian a la educación;
pues quieren una nación
con puros analfabetas
para mirarnos las jetas.
Despojarnos de un jalón.

Lourdes Aguirre Beltrán

LA GUERRA MEDIÁTICA

Javier Sicilia

MÉXICO, D.F., 9 de agosto.- Desde las elecciones de 2006, las campañas propagandísticas han jugado un papel muy importante para denostar al adversario y construir un imaginario tan falso como destructivo. La frase de Goebbels: “Si se repite una mentira cien veces se convierte en verdad”, que llevó a Alemania a la ruina y al mundo a una guerra atroz –una consecuencia de la falsedad–, ha arrojado a la política y a la democracia mexicana al desastre. Bajo el sueño de una vida democrática se ha desarrollado, a través de la propaganda, una lucha por el poder y sus privilegios. Se trata, no de usar los medios para proponer un camino, sino de generar terror para dominar y controlar. Desde la demonización del EZLN y su vocero, el subcomandante Marcos, hasta la denostación de López Obrador, el poder ha usado los medios para una sola cosa: no permitir que las propuestas que toman el camino de un equilibrio social adquieran legitimidad.

La lógica, a pesar de la fuerza cada vez más expansiva y sofisticada de los medios, no es nueva. Es continuar usando la imprenta como se hizo durante el establecimiento del gobierno que emanó de la Revolución Francesa.

En México, quien la usó primero en el sentido en que lo han hecho el PRI y el PAN contra esas figuras emblemáticas y cohesionadoras de las esperanzas de los marginados, fue Carranza con Villa. La técnica –que se remonta a Robespierre cuando construyó en el imaginario de la gente la idea de un Danton contrarrevolucionario a causa de su gusto por el lujo y la buena vida– consiste en mostrar a dichas figuras como seres vulgares que tienen intereses oscuros. Zedillo con Marcos; Fox, y ahora Calderón y el panismo, con López Obrador, tenían y tienen –parafraseo a Friedrich Katz en su biografía sobre Villa– un problema que suele plantearse a los dirigentes políticos en todos los procesos de cambio: en los diseños rápidamente cambiantes que trazan las alianzas y los conflictos en cualquier movimiento que quiere una transformación, quienes detentan el poder tienen que convencer a la población del país en su conjunto o a una buena parte de ella de que los líderes de esos movimientos son en realidad traidores y perversos.

Se trata –cito a Katz– “de describir (a través de los medios al alcance y como lo hizo Robespierre con Danton) debilidades y rasgos negativos auténticos de sus enemigos, combinarlos con otras fallas más imaginarias y sostener que cualquier acción positiva que esos enemigos (lleven) a cabo (es) sólo una cortina de humo para sus negativas intenciones”. Villa había sido bandido y, en consecuencia, siempre lo sería. En cualquier acción suya –como lo retrató Keneth Turner, contratado por Antonio Villarreal para denostarlo– estaba el sello de su pasado: el vandalismo y el homicidio

Una práctica semejante emplearon Zedillo y el secuestrado Fernández de Cevallos contra Marcos. Quien había sido comunista, siempre lo sería. Así –como Carranza lo hizo con Villa– se señaló hasta el cansancio que el verdadero nombre de Marcos era Sebastián Guillén, para recordar que, debajo de ese héroe romántico encapuchado y defensor de los indios se ocultaba el comunista formado en las tradiciones más radicales de la izquierda universitaria, un radical que usaba a los indios para desestabilizar el país y hacer una revolución.

Contra López Obrador, Fox, el panismo y algunos intelectuales paranoicos del pasado soviético emplearon una técnica similar. Dado que ha sido un hombre de izquierda, crítico de los monopolios empresariales y defensor de las causas populares, se hizo creer que quería tomar el poder para destruir las instituciones políticas y económicas y crear un gobierno autoritario como el de Chávez en Venezuela. A él, a diferencia de Marcos o de Villa, no había que desenmascararlo para mostrar a partir de su pasado, sin matices, su presente, sino, a partir de sus declaraciones de izquierda, construirle una imagen aterradora que aludía al autoritarismo chavista: “Un peligro para México”, “un mesías tropical”, un intolerante disfrazado de gandhismo, un ambicioso montado sobre “güevones” y resentidos sociales.

Las particulares debilidades de ambos, sus rasgos negativos y sus errores políticos, más la paranoia histórica del comunismo, difundidas en periódicos, entrevistas, TV, radio e internet, no sólo crearon (como Carranza lo hizo con Villa, al grado de que muchos piensan todavía en él como un bandido montado en los ideales de la Revolución Mexicana) una imagen aterradora, monolítica y destructiva de ellos, sino un imaginario falso sobre el que hombres y mujeres que no aman la democracia, sino el poder, han reinado llevando al país a la ruina en la que se encuentra.

Ahora que López Obrador se ha destapado para contender de nuevo en las elecciones de 2012 esa misma técnica volverá a surgir. ¿Cómo se articulará? Es difícil saberlo. La realidad ha mostrado la falsedad de la propaganda que lo condenó en 2006. Veremos ahora, frente a la realidad que todos padecemos, si los modernos métodos de la propaganda que desde Carranza se han ido sofisticando en el país, podrán detener otra vez las formas tradicionales de la movilización de masas y de una ciudadanía humillada, cansada, arruinada y harta del discurso mediático y su guerra.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar todos los presos de la APPO y hacer que Ulises Ruiz salga de Oaxaca.

Y para conmemorar el centenario de la Revolución que nos devuelvan , el ferrocarril!!!

EL NARCO, LA EXCUSA DE CALDERÓN


El narco, la excusa de Calderón
Álvaro Delgado

MÉXICO, DF, 9 de agosto (apro).- ¿Por qué Felipe Calderón se aferra a una guerra que es un fiasco y cuya fase de narcoterrorismo multiplicará las víctimas civiles? Muy fácil: Porque le sirve para ocultar el contundente fracaso de su gestión en absolutamente todo.

La paz no conviene a Calderón, porque transparenta su incompetencia y la magnitud de su engaño que sigue hundiendo a la nación.

Y su guerra, la guerra que pretende que la sociedad legitime, al mismo tiempo que le crea la falsa imagen de valentía, una de sus tantas imposturas, le es útil para intimidar y reprimir cualquier síntoma de descontento social.

Sólo en tres rubros, igualmente macabros, Calderón ha mostrado capacidad de producción: Los asesinatos, los pobres y los impuestos.

En el primero, la propia cifra oficial --que seguramente está maquillada-- es escalofriante: Más de 28 mil asesinatos en tres años y medio de una “guerra” que nadie le pidió, entre ellos miles de inocentes cuya cantidad precisa está oculta.

En el segundo rubro, el ascenso es igualmente criminal por su costo social: Casi 6 millones de mexicanos han sido lanzados por Calderón al infierno de la pobreza que padecen otros 50 millones, cuando falta todavía los mexicanos que resultados afectados por la crisis de 2009.

(Hay que recordar que en su campaña prometió reducir 27 millones de pobres: De 50 a 35 millones los mexicanos pobres y de 22 millones a sólo diez los pobres extremos, como lo dejó por escrito en El hijo desobediente, el único libro que ha escrito. “Cuando asumí la presidencia de la República --expuso-- había unos 50 millones de pobres y 22 millones en pobreza extrema. Hoy (en 2012) hay 35 millones de pobres y 10 millones en pobreza extrema”.)
Y sobre los impuestos, tampoco hay que olvidarlo: Este año se incrementó el IVA de 15 a 16%; el Impuesto sobre la Renta pasó de 28 a 30%; aumento de 2% a 3% en el impuesto a los depósitos en efectivo mayores a 15 mil pesos; se creó el impuesto de 4% a telecomunicaciones; se elevó también a 30% el impuesto a juegos y sorteos, y hasta se estrenó otro impuesto de 80 centavos por cajetilla de cigarros que se incrementará a 2 pesos en 4 años.

Pero, además, es permanente el alza mensual al gas doméstico y a la luz eléctrica, a raíz de la liquidación de Luz y Fuerza del Centro, y mensualmente se acumulan alzas al diesel y a las gasolinas.

Cabe preguntarse: ¿Para qué quiere más dinero Calderón? Lógicamente no para atender a la población más pobre que va en aumento, como se aprecia con las cifras citadas, sino para subsidiar el opulento tren de vida de la alta burocracia y el despilfarro en frivolidades como el “festejo” del Bicentenario de la Independencia.

Pero el individuo que se ostenta como jefe del Ejecutivo y del Estado mexicano también exprime a los que pagamos impuestos para sostener el oneroso aparato de propaganda, que impide que los principales medios de comunicación, en particular radio y televisión, sea conocido y discutido el desastre nacional.

Un dato: Calderón ya gastó, en tres años, 17 mil millones de pesos en difusión sólo del gobierno federal, la misma cantidad que Vicente Fox dilapidó con el mismo fin durante todo su sexenio.

La mayor parte de este gasto publicitario se destinó a la televisión, a Televisa en particular, el emporio que ha arrancado lo que ha querido a Calderón --como lo hizo también con Fox--, como lo ejemplifica la entrega de la concesión de fibra óptica en sociedad con Nextel y que sólo pagará 16.5% de su valor.

Así, ante el desastre social de su gobierno --que ha concentrado la riqueza en los mismos que lo impusieron y lo sostienen--, es lógico que Calderón insista en su “guerra” contra el narcotráfico, que fracasada y todo le sirve como coartada…

Es preciso hacer dos puntualizaciones finales: Una, Calderón quiere hacer creer, taimadamente, que no cederá a los que quieren que no combata al crimen organizado. No. Sólo se le exige que lo haga bien.

Y dos, hay quienes plantean dejar de hablar de la violencia que atormenta la nación. Se equivocan. La casa se incendia y quieren jugar a las damas chinas...

Apuntes

La numerosa manifestación de periodistas, el sábado 7 de agosto, es una vigorosa muestra de la indignación del gremio ante la impunidad que afecta a todos los mexicanos y que es alentada desde las instituciones del Estado. Los pasos de los periodistas debieron dirigirse a la residencial oficial de Los Pinos, donde habita el representante formal de esas instituciones y no a la grisácea Secretaría de Gobernación. Sin un emplazamiento serio a la autoridad para que combata la impunidad, esclarezca y prevenga más crímenes, ni con un seguimiento puntual de ese eventual compromiso, esa indignación legítima del sábado se diluirá muy pronto…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx

Del excusado...excusas