lunes, 15 de noviembre de 2010

LA MALDITA VECINDAD

Gerardo Fernández Casanova

“Que el fraude electoral jamás se olvide”

Se cumplen en este mes los cien años del inicio de la Revolución Mexicana, setenta de su paulatino deterioro y veintidós de su cancelación oficial definitiva. No obstante, y en la medida que sus postulados son vigentes y sus reivindicaciones incumplidas, el concepto de la revolución es más necesario que hace cien años. Las condiciones de injusticia en que se desenvuelve la sociedad mexicana no son diferentes a las que prevalecían durante el porfiriato; las libertades políticas sólo son de forma en tanto que se mantiene el control de la cosa pública por un puñado de privilegiados, independientemente de que se registren procesos electorales y sea posible una especie de alternancia, siempre que sea entre los mismos; la dependencia respecto del exterior, particularmente de los Estados Unidos, es hoy ofensivamente mayor que hace cien años, al grado de reducir al mínimo la posibilidad de disponer de nuestro destino como nación; independientemente de los errores de la dictadura, Porfirio Díaz no dejó de ser un patriota. Hoy quiero referirme a este último aspecto: el efecto de la maldita vecindad.

Intento no caer en el engaño de que todos nuestros males provienen del exterior; desde luego que hay mucho de origen doméstico en nuestras dificultades, pero estoy cierto que cualquier intento por crear una nación próspera y progresista requiere de tomar muy en cuenta la realidad geopolítica que, de tan abrumadora, con frecuencia la ignoramos. No es difícil caer en cuenta de que la seguridad de la potencia bélica y económica yanqui coloca a su vecino del sur dentro de su ámbito de defensa, además de los intereses de orden económico requeridos para garantizar el suministro de materias primas que les son indispensables; ignorarlo o pensar en evitarlo, es tanto como tratar de tapar el sol con un dedo. Pero no se puede olvidar la injusta guerra que nos arrebató la mitad del territorio y sus conocidos amagos de invasión por la ocupación de los puertos de Veracruz y Tampico. Tampoco pueden ignorarse intervenciones que han contribuido positivamente en la historia mexicana, aunque sólo hayan sido por excepcional coincidencia de intereses, particularmente con los intentos conservadores por restablecer la monarquía católica con Iturbide y Maximiliano.

Es en este marco que se hacen grandes los hombres de la Revolución Mexicana que supieron manejar inteligente y patrióticamente esta tremenda realidad. Las facciones beligerantes tenían claro que el reconocimiento diplomático por los Estados Unidos constituía un factor determinante en la lucha, principalmente por la disponibilidad o la carencia de armamento; no obstante, ninguno cayó en la tentación de entregar el destino nacional al extranjero a cambio de tal reconocimiento. El mismo Madero, que no podría ser calificado como contrario a los intereses yanquis, fue destituido y asesinado por intriga del embajador Wilson, por no atender a sus imposiciones. Carranza se vio permanentemente asediado por las presiones de Washington, incluida la invasión a Veracruz dizque para presionar la salida del dictador Huerta, pero no perdió el sentido de la dignidad nacional ofendida por dicha intervención y la repudió oportunamente. Obregón, siempre amenazado por los levantamientos de generales insatisfechos, negoció el reconocimiento diplomático aceptando imposiciones lesivas pero salvando lo principal; se pagó cara la pacificación del país pero se mantuvo la independencia. Calles creó instituciones con independencia e hizo frente a la rebelión de los cristeros poderosamente apoyada por los obispos católicos de los Estados Unidos, maniobrando con habilidad diplomática su solución negociada.

Lázaro Cárdenas es el caso paradigmático. Su mandato se caracterizó por los avances revolucionarios y las reivindicaciones sociales, logrados en el ejercicio soberano de gobernar conforme a los intereses nacionales. Su mérito fue que supo aprovechar la coyuntura geopolítica que se le presentó con Roosevelt en el gobierno yanqui y su política de apertura. El internacionalismo solidario de Cárdenas no sólo obedeció a las convicciones, sino que instauró una política exterior de mayor independencia para dar cobijo a su actuación interior, la que normó a la diplomacia mexicana durante varios sexenios, sorteando los embates de los afanes gringos por extender su dominación. Estoy cierto de que no fue nada fácil.

Esa fue la historia hasta que los tecnócratas gringos nacidos en México se hicieron del poder, con Carlos Salinas y su fraude electoral a la cabeza. Su toma del poder coincidió con el recrudecimiento de la guerra fría y del imperialismo gringo. Para Salinas resultó más cómodo bajar la guardia y entregarse al tobogán de las buenas relaciones de supuesta amistad (carnales diría Menem de Argentina) que nos llevaría a ser parte del primer mundo y que nos trajo al inframundo de donde no hemos podido salir. El razonamiento estúpido y traidor determinó que, siendo el vecino el país más poderoso del mundo más valdría entregarse a sus designios y hacerlo de buena gana, que mantener una forzada independencia costosa y de alto riesgo. Así, el tal Salinas hoy convertido en el poderoso factótum de la política del PRI y del PAN, echó por la borda todo el esfuerzo nacional de independencia a cambio de un plato de lentejas que para él y sus amigos significó y sigue significando el mejor negocio del mundo: robarse un país para regalarlo al imperio.

Que la conmemoración del centenario de la Revolución Mexicana nos sirva para buscar la recuperación de la Patria.

Correo electrónico: gerdez999@yahoo.com.mx

A RÍO REVUELTO; ¡GANANCIAS DE PESCADORES!

Praxedis Lescrenier
Fuente: El Justo Reclamo
México representa el río revuelto ¿Y la ganancia? ¿Quién gana? ¡Las dos mafias!, la mexicana usurpadora y la norte americana, también usurpadora. ¿Quiénes constituyen las mafias? En México, El gobierno federal en sus tres poderes; el ejecutivo, el legislativo y el judicial, las trasnacionales más corruptas norteamericanas y españolas como Halliburton, Enron, Repsol, Wal-Mart, Coca-Cola, Pepsicola, etc. los grandes empresarios mexicanos como los de Cemex, Bimbo, Televisa, TV Azteca, Koppel, etc.; los cardenales Norberto Ribera, Onésimo Cepeda, Sandoval Iñiguez, el episcopado mexicano, los usurpadores de los partidos políticos, Carlos Salinas, Emilio Gamboa Patrón, Beatriz Paredes, Manlio Fabio Beltrones, Enrique Peña Nieto, del PRI, etc., Felipe Calderón, Vicente Fox, Santiago Creel, Germán Martínez, Javier Lozano, Molinar Horcasitas, etc., del PAN, Jesús Ortega y su tribu del PRD, Elba Esther Gordillo, del PANAL, el niño verde y su familia, del PEVM, etc. los ministros de la suprema corte de Injusticia, etc. y los tontos útiles que son los cárteles de las drogas del golfo, del pacífico, los Zetas, y por último, pero no todos; Guillermo Galván, jefe del ejército mexicano. Todos ellos representan la delincuencia organizada en este país. Y por la parte de Estados Unidos, aliados a esta mafia están; el pentágono, la CIA, Hillary Clinton, la DEA, Obama a regañadientes, el Tea Party, etc. Dos mafias que han usurpado ambos gobiernos de ambos países. Lo del combate al narcotráfico es una tomadura de pelo a ambas naciones, la de México y la de los Estados Unidos. Es una excusa de ambas mafias que la utilizan para hacer el negocio de sus vidas.
Están en juego alrededor de 400 mil millones de dólares anuales que no quieren perder de ninguna manera y por eso consideran ilegal las drogas y no las quieren despenalizar aún sabiendo que el cigarro y el alcoholson verdaderamente más peligrosos que la mariguana; por ejemplo. Nadie se muere de mariguanitis, pero si se mueren de alcoholismo y de accidentes de transito por alcoholizados, alrededor de 20 mil anuales.
También se mueren miles de cáncer del pulmón por el cigarro ¿Por qué no despenalizan la mariguana? Por negocio, por dinero; además les representa a la mafia norteamericana una excusa para irse adueñando poco a poco de los recursos naturales de México; recuerde; ¡a río
revuelto, ganancia de pescadores!, a los Estados unidos les interesa el río revuelto y a la mafia mexicana una oportunidad de enriquecerse a manos llenas sacrificando a su propio país. Ambas mafias son genocidas, dispuestas a todo por dinero, y todo esto seguirá sucediendo hasta que el pueblo mexicano se los siga permitiendo, hasta que Usted lo siga permitiendo.
Así que ya saben como está la cosa, ¡ya no se hagan bolas! Su presidente, que no el mío ni de la mayoría de los mexicanos, nos está mintiendo todos los días a todas horas en todos los canales. El presidente se está burlando de todo México y de usted también. Felipe Calderón es el títere de las dos mafias para desestabilizar al país a cambio del apoyo que recibió para robarse la presidencia de la república. Ojalá ya decida usted cambiarle de canal cada vez que aparezca el espurio mentiroso asesino y ojalá no vuelva usted a votar por las fariseos hipócritas, sepulcros blanqueados, raza de víboras.

LA GUERRA SIN ROSTRO

Javier Sicilia
PROCESO
MÉXICO, D.F., 15 de noviembre.- Toda guerra es terrible: muerte, miedo, despojo, odios que se expresan en atrocidades, familias rotas, miseria. Sin embargo, la guerra que desde hace años vive México tiene un sesgo inédito: carece de significado. Hasta hace poco –pienso en la Independencia, en la Revolución o en los movimientos armados de América Latina–, las guerras, con todo y su cauda de desgracias, se movían sobre ideas de justicia y de porvenir. Ideas abstractas, ciertamente, cuyas consecuencias resultaron contrarias, pero que al menos señalaban un horizonte sin el cual los seres humanos estamos privados de sentido. Hoy esas ideas no existen.

La mayor parte de las ideas de Felipe Calderón y su gobierno –no hablemos de las del crimen organizado–, que caminan en el sentido de la privatización, del fortalecimiento y la expansión de los grandes capitales, del dinero y de los privilegios, no son precisamente ideas que tengan que ver con la justicia y el porvenir. Por el contrario, han cobrado costos altísimos en miseria, división de familias y angustia que la guerra ha venido a potenciar.

En este sentido, no sólo vivimos una guerra inimaginable, sino también una sociedad inimaginable en el orden de la justicia y del porvenir. Una guerra cuyos rostros, como el de los torturados, sólo manifiesta las huellas del absurdo, hace que nos sintamos presos en una telaraña. No la podemos entender. No tenemos ninguna certeza de lo que saldrá de allí. Simplemente padecemos con la zozobra de los personajes de Kafka. Da la impresión de que habitamos en un mundo dirigido por fuerzas ciegas y sordas que se niegan a escuchar los gritos de advertencia, los consejos y las súplicas.

A fuerza de una violencia sin sustento, tanto Calderón como el crimen organizado han ido destruyendo algo fundamental para la vida humana: la confianza en que sobre la base de una política o de una guerra hay sentido de justicia y de porvenir. Por el contrario, a lo largo de estos años sólo hemos visto mentir, manipular, envilecer, torturar y matar. Nada ha podido impedirlo. No porque quienes perpetran esta guerra estén persuadidos –como lo estuvieron quienes las hicieron en el pasado– de la fuerza de sus ideas sobre la justicia y el porvenir, sino porque están poseídos por las fuerzas ciegas del mercado, que sólo puede mantenerse mediante un movimiento que se pretende perpetuo. Su dilema, como lo señalaba Jean Robert, es el de un Shakespeare pervertido: “crecer o dejar de ser”.

Ese crecimiento, como podemos verlo en las políticas económicas del gobierno y de la clase política, y en la guerra que en nombre de dicho crecimiento se ha desatado, sólo puede realizarse mediante la destrucción continua de dominios de existencia, de territorios y modos de vida; mediante la colonización de culturas, lenguajes y formas de pensar; mediante el despojo y el miedo. Así, en nombre del crecimiento, sea el de la legalidad (el del gobierno y los grandes capitales) o el de la ilegalidad (el del crimen organizado), vivimos una guerra sin significado que nos tiene en el terror y va ahondando la miseria.

En este caos es imposible la persuasión. Los seres humanos de este país hemos sido entregados a la violencia de fuerzas ciegas. Nos ahogamos en medio de gente que sólo cree en el poder del dinero. Y para quienes sólo podemos vivir con el diálogo, la amistad y las relaciones de confianza, la guerra que han desatado y la forma de vida que quieren imponernos son el infierno.

En este sentido, el problema político fundamental de México es saber si es posible seguir habitando un mundo en el que el crimen, en nombre del crecimiento –sea legal o ilegal–, está legitimado y la vida humana es vista como una realidad fútil –recursos humanos intercambiables, bajas colaterales, vidas prescindibles como las de los animales.

Si creemos todavía en que es posible hacer compatible la justicia, la paz social y el orden con la idea de la producción y el consumo desmedidos, habría que decir que sí, y entonces habrá que resignarse a una guerra cuyos resultados, en el orden del horror, son impredecibles. Si decimos que no, tendremos que aceptar que para detener esta realidad tóxica hay que inventar políticas que disocien la justicia y la paz de la cuestión del crecimiento, de la producción y del consumo desmedidos, y la asocien con la fuerza de las comunidades y sus relaciones de soporte mutuo.

Sólo mediante proyectos que recobren los ámbitos de comunidad, es decir, ámbitos de subsistencia, en donde la primera regla es asegurar los medios de sustento de los más débiles, podrá detenerse el absurdo. Esta lógica, ajena a las abstracciones de justicia y de porvenir de las guerras de antaño, y más ajena aún a las fuerzas ciegas de la guerra que hoy vivimos, hace posible la justicia y el porvenir en sus relaciones de solidaridad y de cooperación. Pero esto no depende ya del gobierno, que se mueve, al igual que el crimen organizado, en la racionalidad irracional de una economía del dinero, de la producción y del consumo sin límites. Depende de la gente y del sentido común, el más escaso –para nuestra desgracia– de los sentidos.

Además opino que hay que respetar los Acuerdos de San Andrés, liberar a todos los zapatistas presos, derruir el Costco-CM del Casino de la Selva, esclarecer los crímenes de las asesinadas de Juárez, sacar a la Minera San Xavier del Cerro de San Pedro, liberar a todos los presos de la APPO y hacerle juicio político a Ulises Ruiz.

DON RAÚL VERA Y LOS DERECHOS HUMANOS

Miguel Angel Granados Chapa
PROCESO

A su regreso de Noruega, donde hace una semana recibió el Premio Rafto, la agenda de don Raúl Vera lo esperaba muy apretada. Se contaba con su presencia en dos actos simultáneos el jueves 11, en la Ciudad de México, y uno más el viernes 12, en Saltillo, la sede de su diócesis.

El 7 de noviembre recibió el Premio Rafto, en el Teatro Nacional de la ciudad noruega de Bergen. El jueves 11, a las 9:00 de la mañana, se instaló la Comisión Civil de Seguimiento de los Acuerdos SME-Gobierno Federal, de la que el prelado es miembro eminente. En el Senado, a la misma hora y el mismo día, se efectuó la primera sesión del Grupo de Trabajo de Participación Ciudadana, Capítulo México, de la Organización Mundial de Parlamentarios contra la Corrupción.

Y es que el senador Ricardo García Cervantes, quien encabeza ese capítulo, decidió que fuera la Familia Pasta de Conchos –una de las iniciativas más sentidas por el obispo de Saltillo– la que se presentara a hablar sobre la situación de la minería de carbón en Coahuila. Abordar en tribuna el caso de Pasta de Conchos costó a García Cervantes una burda reconvención del subsecretario del Trabajo Álvaro Castro, quien perdió –al menos formalmente– esa posición ante la severa respuesta institucional del Senado, que declaró inadmisible el reproche a uno de sus miembros sobresalientes y consiguió una rectificación de dientes para afuera del secretario Javier Lozano, cuya postura ante los deudos de la tragedia –crimen, mejor dicho– del 19 de febrero de 2006 estuvo claramente reflejada, en estilo y contenido, en la admonición del subsecretario al legislador.

El viernes 12 don Raúl Vera presidió, en la capital de Coahuila, una reunión organizada por muchos de sus feligreses para darle la bienvenida, en un acto que sería aprovechado para entablar un “diálogo sobre derechos humanos en México”. La organización corrió a cargo del Centro Diocesano para los Derechos Humanos Fray Juan de Larios, otra de las fundaciones del dominico que se graduó como ingeniero químico antes de ingresar a la Orden de Predicadores. Ya antes, en 1988, había fundado un centro de asistencia social, “la primera de varias instituciones que ha apoyado para asistir a gente pobre y marginada”, según informó a su auditorio la presidenta del Comité Rafto, Siri Gioppen.

Ese comité discierne desde 1987 el premio que lleva el nombre de Thoroft Rafto, un activista que antes de la caída del Muro y la disolución del campo socialista dedicó su esfuerzo a apoyar a disidentes en países sometidos al autoritarismo en Europa Oriental y en la Unión Soviética misma. A su muerte, y establecido el premio que lleva su nombre, los continuadores de su obra juzgaron necesario orientar a otras regiones del mundo su atención y, con la suya, la de vastos sectores de la opinión mundial que confían en los criterios humanitarios de esa organización noruega.

También ha tenido confianza en el Comité Rafto el correspondiente del Premio Nobel de la Paz. En cuatro ocasiones ya, recipiendarios del Rafto lo fueron después del Nobel, por la coincidencia en los principios que rigen la asignación de las respectivas preseas.

La primera persona colocada en esa situación fue la activista birmana Aung San Suu Kyi, quien recibió el Nobel en 1991. Mucho antes de entonces y aun hoy mismo ha pugnado por el cese del autoritarismo militar en su patria, Myanmar (antes Birmania), para abrir paso a la democracia. Cinco años después fue galardonado con el Nobel José Manuel Ramos-Horta, quien encabezó la lucha del pueblo de Timor Oriental por sacudirse el dominio de Indonesia, que debió retirarse de aquella isla –cuya población es de ascendencia portuguesa en el océano Índico– a causa del movimiento de opinión mundial en torno a Ramos-Horta, tras recibir los premios Rafto y Nobel.

En el año 2000 el premio discernido por el comité respectivo del Parlamento Noruego, en cumplimiento de las instrucciones de Alfred Nobel, fue otorgado a Kim Dae-jung, líder de la resistencia al militarismo autoritario en Corea del Sur, que llegó a ser presidente de esa república y desde entonces aboga por la reconciliación de las dos porciones en que la Guerra Fría dividió a Corea. En 2003, el Nobel fue para Shirin Ebadi, la legendaria juez iraní destituida de su cargo por su interpretación de las leyes islámicas en beneficio de la mujer y que como abogada ha luchado por la causa de las mujeres en una sociedad opresora. Además de su activismo civil, escribió el libro La jaula de oro, un alegato por la convivencia de formas diferentes de vivir el Islam.

A perfiles como esos corresponde ahora el del obispo de Saltillo. Así lo definió Siri Gioppen al hacer la semblanza del premiado este año con el Rafto: “Hay una clase de personas, muy escasas, que son referencia moral y cuya integridad constante les prepara a defender lo que consideran correcto sin hacer caso al riesgo personal que corran”. La oradora mencionó el paso de don Raúl por Chiapas y no pudo omitir una mención a don Samuel Ruiz, el hoy obispo emérito de San Cristóbal de las Casas. El dominico Vera había sido enviado a esa diócesis como adjunto con derecho a sucesión. Ignorantes quienes lo nombraron de su reciedumbre y sensibilidad humana, esperaron de él que acotara al obispo cuya pastoral indígena, cuya opción por los desvalidos irritaba al poder vaticano, y que al reemplazarlo desmontara su obra. La conversión vivida por don Raúl lo llevó hacia rumbos opuestos a los imaginados por sus promotores, que decidieron trasladarlo al norte, con la suposición de que, no habiendo allí indígenas con los cuales identificarse, el obispo se acomodaría al tradicional molde episcopal.

Nuevo mal cálculo. Don Raúl ha ejercido sus convicciones en varios campos. Lo preocupa la suerte de los migrantes hacia Estados Unidos, una corriente de los cuales pasa por Coahuila. Ha establecido dos centros de refugio para ese efecto: el de Saltillo, llamado Belén, ha atendido a 40 mil personas. Junto con esa atención a los seres humanos concretos, el obispo Vera es un activista en pro del reconocimiento de la dignidad humana de los migrantes, en pos de que se adopten políticas gubernamentales que en vez de perseguirlos los apoyen.

En lo que hace a la drogadicción y la violencia, ya no adosada sino consustancial al tráfico de estupefacientes, según explicó la humanitarista noruega, “el obispo Vera comparte la preocupación del gobierno por el poder y la violencia de los cárteles de la droga, pero critica sus métodos. No solucionan los problemas y debilitan la ley en vez de confirmarla”.

También preocupa a don Raúl “la exclusión social de los homosexuales, incluso por la misma Iglesia”. Para oponerse a ella apoya “la comunidad de San Egidio en Saltillo, (que) ofrece guía espiritual a jóvenes de toda orientación sexual, y don Raúl trabaja para promover su dignidad y sus derechos humanos”.

Como don Raúl, sin necesariamente conocerla, practica la máxima del obispo sudafricano y premio Nobel Desmond Tutu (“si usted permanece neutral en situaciones de injusticia, usted ya tomó partido por el opresor”), no ha vacilado en apoyar a las víctimas de la codiciosa e infame minería del carbón en Coahuila, a partir de la muerte de 65 personas en la mina de Pasta de Conchos hace más de cuatro años. De ser un obispo convencional, se hubiera amistado con los dueños de las minas y las acerías de la región norte del estado, en vez de enrostrarles su insensibilidad y sus violaciones a la ley.

Sin falsa modestia, el obispo dominico reconoció la proyección que el Premio Rafto da en el mundo, sobre todo en las civilizadas sociedades del norte de Europa, a la situación mexicana. Dijo al concluir sus palabras el domingo pasado que acaso la Fundación Rafto pudo haberse equivocado al elegir a una persona no adecuada para el premio 2010, “pero no se equivocó en elegir a México para denunciar ante la comunidad internacional la terrible situación de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, de parte del gobierno, contra hombres y mujeres, ciudadanos de nuestro país”. l

LÍO DE FALDAS EN EL PAN

Álvaro Delgado
PROCESO

MÉXICO, D.F., 15 de noviembre (apro).- El proceso para relevar a César Nava en la presidencia del Partido Acción Nacional (PAN), que culminará el sábado 4 de diciembre, va más allá de una contienda entre cinco candidatos. Es, sobre todo, un pleito entre dos mujeres: Margarita Zavala Gómez del Campo y Patricia Flores Elizondo.

Ese es el motivo principal de la guerra soterrada en la facción del PAN que encabeza Felipe Calderón y que tuvo un episodio público con la salida de Patricia Flores Elizondo de la jefatura de la Oficina de la Presidencia, el 14 de julio, quien es, de facto, la coordinadora de campaña de Roberto Gil Zuarth.

La salida de Flores Elizondo del gobierno estuvo precedida de un tupido golpeteo en medios sobre supuestos conflictos generados por ella en la camarilla íntima de Los Pinos y, sobre todo, actos de corrupción mayúscula. Como la campaña fue orquestada por Maximiliano Cortázar, que filtró datos a columnistas afines, Calderón lo degradó a vocero del PAN.

Es sabido que Cortázar, un individuo que apenas terminó la secundaria, responde desde hace años a los intereses de los Zavala Gómez del Campo --al particular Juan Ignacio solía consultarlo desde el gobierno hasta en la más banal decisión--, un clan que apoya a Gustavo Madero, en cuyo registro estuvo presente la diputada local Mariana Gómez del Campo.

En la ceremonia en la que Calderón hizo públicos los cambios en su gabinete, que incluyó el relevo de Fernando Gómez Mont por Francisco Blake en la Secretaría de Gobernación y de Bruno Ferrari por Gerardo Ruiz Mateos en Economía, Flores Elizondo mostró un rostro desencajado, que no suavizaban las sonrisas entre irónicas y burlonas.

Menos de tres meses después, en la primera semana de octubre, Patricia Flores se exhibió con una actitud contrastante en la portada de la revista Gente, del Grupo Televisa, en una provocadora entrevista acompañada de un despliegue de fotografías que mostraban su característica sensualidad.

En esa entrevista aclaró que era falso que hubiera sido despedida del gobierno, sino que renunció por voluntad propia --“fue para darle aire a algo que ya estaba, de alguna manera, contaminado”--, pero que eso no implicaba su retiro de la política: “Sé mucho como para retirarme.”

Y después de dejar claro que su “relación” con Calderón es “inmejorable” --justamente lo que es identificado por los panistas como la razón de la disputa con Margarita Zavala--, Patricia adelantó que ambiciona, “en un futuro más o menos cercano”, un cargo de elección popular. “Yo no tengo prisa”, aseguró.

Pero prisa sí tiene: Quiere ser senadora en 2012 y, conforme a sus planes, también coordinadora de la bancada, ambición ésta que podrá materializarse sólo si quien preside el PAN es alguien que le deba el puesto. Y ese es Gil Zuarth.

Margarita Zavala quiere, también, ser senadora y, como Patricia, coordinadora de bancada, razón por la cual Maximiliano Cortázar le trató de construir, desde Los Pinos, una imagen de mujer “inteligente pero discreta”, contrastante con Marta Sahagún, reproducida por medios y comentaristas oficiosos.

Por las mismas razones que Patricia, la consorte de Calderón apuesta a que Madero sea el sucesor de Nava y sea ella no sólo senadora, sino coordinadora. Sabe que si gana Gil Zuarth, tan incondicional de su marido que se autodenomina sin rubor su guardaespaldas, hasta la senaduría está en riesgo.

Obviamente el riesgo de ese empleo remunerado con más de 150 mil pesos mensuales no es sólo para ella, sino para su familia, que milita en el PAN por racimos, y parvadas de panistas que viven de la política vivir.

Al final, sin embargo, será el propio Calderón el que decida quién será el próximo presidente del PAN, porque es dueño --por razones de nómina-- de las conciencias de la mayoría del Consejo Nacional, el órgano que tomará la decisión formal en poco menos de tres semanas.

Y, aunque hasta este lunes 15, Gil sólo tiene asegurados unos 150 consejeros nacionales (por cien de Madero, 60 de Cecilia Romero, 30 de Francisco Ramírez Acuña y 25 de Judith Díaz Delgado) y mantiene negociaciones con Romero, y aun ha buscado a Manuel Espino –la prórroga de su expulsión a eso obedece--, se prevé que al final Calderón rompa muñecas para imponer a un tercer presidente del PAN de manera consecutiva.

De Calderón dependerá que el futuro de Patricia Flores Elizondo sea distinto al de Rosario Robles, la experredista que se alió con Carlos Salinas, Diego Fernández de Cevallos y Carlos Ahumada, con la que se comparó en la entrevista con Gente, al definirla como una política “íntegra, con gran carrera… ¡Pero se enamoró!”.

Apuntes

Sólo la evasión de la realidad o la prepotencia puede explicar la trama para que Calderón se aumente el sueldo en más de 25%, y junto con él toda la alta burocracia. En este 2010 su sueldo es de 152 mil 567 pesos mensuales, ya descontados todos los impuestos, y pretende que el próximo año gane casi 200 mil mensuales, es decir, 198 mil 870 pesos. El Partido Mexicano de los Trabajadores de Heberto Castillo acuñó la consigna de “Salario mínimo al presidente, pa’que vea lo que se siente” y ahora se socializa otra: “El mínimo a Calderón por baquetón”…

Comentarios: delgado@proceso.com.mx