martes, 16 de noviembre de 2010

MANIPULACIÓN MEDIÁTICA

SIQUE

Fuente:El Justo Reclamo
Sale hoy un artículo en El Universal en "Bajo Reserva" titulado "¿Por qué empañarle la fiesta a Ebrard?"
Se refiere a que AMLO hará el mitin el 20 de noviembre, mismo día que Ebrard tiene programado un acto. Dice que: ¿Por qué tanto problema? Si Ebrard se ha portado bien y no tendrá invitados del gobierno federal, ¿por qué empañarle la fiesta a Ebrard?
Esto nos da una idea de la absoluta falta de entendimiento de este opinionero sobre el movimiento por la transformación de México, o bien que es un chayotero que algo debe criticar y no encuentra otra cosa que mostrar su corta visión.
1) Reduce el mitin a que AMLO quiere "festejar" (burlándose) la celebración del centenario de la Revolución y sus cuatro años de presidencia legítima. No le pasa por la cabeza que también miles y miles de mexicanos y mexicanas estamos interesados y tenemos derecho a celebrar tales eventos ese día .
2) Como siempre los que están en el movimiento de AMLO no cuentan. El pueblo vale sorbete. Como si fuese un capricho de AMLO, los ciudadanos que necesitan ese espacio de reunión no importan.
3) Con la frivolidad que Televisa ha imbuido en los mexicanos y mexicanas supone que uno de los objetivos del mitin es quitarle espacio al gobierno federal, a eso reduce el objetivo del mitin.
Se trata de insistir en las siguientes matrices de opinión:
a) Que AMLO es necio y caprichoso.
b) Que los cientos de miles de personas que están en su movimiento no existen.
c) Que la lucha por la transformación de México se reduce a eventos en el Zócalo restándole toda seriedad.
Esas son las consignas que tienen los medios de comunicación de la oligarquía mexicana.
La gente no se da cuenta de cómo les van metiendo estas opiniones en la cabeza como si fueran la realidad. Debemos señalarlo y despertar conciencia.

LAS REBANADAS DEL PASTEL - ROCHA

SUS JUGUETITOS - HERNÁNDEZ

Sus juguetitos-Hernández

EL JUGADOR










Pedro Miguel
La Jornada
Para entender lo que pasa en México no hay que quemarse las pestañas con textos de académicos de renombre ni sumirse en la historia –de Alamán a Katz– ni hurgar en la Constitución: si realmente quieren comprender lo que ocurre, vean la se- rie 24 y sigan las aventuras del personaje Jack Bauer, un cruzado imaginario y violentísimo de la lucha contra el terroris-mo que vino a convertirse en la figura canónica de Felipe Calderón. El propio sedicente confió su fantasía en una entrevista a la BBC en marzo de 2009 (http://bbc.in/apTAWV). Hace unos días la repitió para CBS, con motivo de la presentación –en exclusiva para la tele gringa– del búnker de alta tecnología que se mandó construir con nuestro dinero para, desde allí, jugar a la guerra (http://bit.ly/aaGGrJ).

El pasado día 8, Calderón se jactó –como si fuera mérito suyo– de que la prensa mexicana puede criticarlo abiertamente, incluso en el exceso del escarnio o la burla (http://bit.ly/a8a1Rp).

No dijo nada sobre las infinitas burlas que el país le ha tolerado a él y no se ha dado cuenta, al parecer, de que es él, el propio Calderón, el que ha hecho escarnio sistemático de la institución presidencial: alguien que, tras hacerse del control de las instituciones, las emplea como juguetes bélicos, sacrifica a la gente para satisfacer sus ansias lúdicas y encima pretende que se le agradezca la gestión. No es un estadista, sino un individuo execrable y peligroso.

Él lo que quería era tener juguetes, pero la guerra ha dejado de ser un juego, el Estado ha perdido la capacidad de garantizar la vida, la integridad y los bienes de quienes residen en el territorio nacional (http://bit.ly/bDqFIQ) y la política ya casi no ofrece vías para recomponer al país porque, con el propósito de monopolizar el control del gobierno y de los organismos autónomos, la oligarquía ha roto los vínculos entre representantes y representados; la mayor parte de los legisladores y funcionarios no actúan en función de las necesidades de los votantes sino de los intereses de grupos de poder empresariales, financieros, mediáticos o delictivos.

Ahora, para retomar el rumbo, al país ya no le basta con hacer entender a Calderón que el Ejecutivo federal no es un juego, que la nación no es un set de guerra, que sus habitantes no son de hule, y que él ya no está en capacidad de resolver nada de nada, ni siquiera convocando a todos los bandos armados y con control de territorio a una ronda de negociaciones marca Mattel. Tampoco los otros integrantes de la mafia que gobierna podrán hacer gran cosa, por la simple ra-zón de que aceptaron ser piezas en el tablero de un juego enloquecido cuyos resultados generan muertos, desempleados, miserables, resentidos y marginados de carne y hueso.

Si quiere volver a tener un país que sirva para vivir en él y no para morirse (de hambre o a balazos), la sociedad deberá organizarse al margen del jugador y de sus compinches, dar la espalda a los asesinos de todos los bandos e instaurar un proyecto de nación que mire hacia la vida y no hacia la muerte.

Fácil no será, pero no hay, al margen de la violencia, otro camino. El jugador y sus cómplices continuarán absortos en su ocupación en tanto la gente no se plante frente a ellos y les comunique, en voz serena pero firme, que el juego ha terminado.