Pedro Echeverría V.
1. Ante el “creciente hostigamiento del gobierno federal”, el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) impartirá a sus agremiados un taller de “resistencia civil pacífica”. En el curso se difundirá información acerca de las garantías básicas y otros derechos constitucionales que salvaguardan, afirman los dirigentes del SME, el plan de acción de esta organización gremial, opositora a la extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC) hace casi cinco meses. También se discutirán estrategias defensivas, porque los integrantes de este sindicato, ante la criminalización de los movimientos sociales, la permanente hostilidad hacia los campamentos electricistas, advierten peligro creciente de represión contra líderes y representados que va desde el uso de la fuerza pública hasta el encarcelamiento de electricistas.
2. Tenían que ser los electricistas, los bisnietos de aquellos que en 1916 –antes que se proclamara la Constitución mexicana- se habían organizado para luchar por defender sus intereses, pero también los de México. La realidad es que no había escuchado que una organización política, menos sindical, dijera que impartirá a sus agremiados un “taller de resistencia civil pacífica”. Claro, la derecha reaccionaria radical lo ha hecho sin decirlo, basta conocer la historia de los cristeros y de los sinarcas que prepararon ejércitos campesinos – a través de la alta jerarquía clerical- para enfrentar la Constitución y al gobierno. Pero lo que ahora harán los electricistas es fundamental, no sólo para ellos sino también para todos los sindicatos que están en lucha y que en todas sus manifestaciones han sido golpeados con violencia y encarcelados.
3. El gobierno mexicano, desde hace por lo menos cuatro sexenios, ha enviado a miles de soldados, jefes militares, incluso jóvenes para militares a escuelas de entrenamiento o capacitación. La famosísima “Escuela de las Américas” han entrenado a miles de asesinos, ¿qué decir del Pentágono, la CIA, el FBI, yanquis? Con el presupuesto público que con su trabajo hace el pueblo se preparan fuerzas militares para reprimir al mismo pueblo. Está jodidísimo, ¿no? Mientras más produces con tu trabajo y más disciplinado eres, más te explotan, oprimen y joden con la riqueza que creas. El ejército, las policías de todos colores, los jóvenes paramilitares que bien podrían bautizarse como “halcones”, “brigadas blancas”, “grupos armados anticomunistas”, etcétera, han sido superentrenados para apuntalar al gobierno en turno. ¿Cómo defendernos de ellos?
4. Los obreros no se preparan para ejercer violencia alguna, sino simplemente para defender sus derechos sindicales en las instituciones y en la calle. No es nada ilegal defenderse, por el contrario es una obligación. ¿Contra qué defendernos de acuerdo a nuestra experiencia histórica? En primer lugar contra la represión de nuestras protestas ante la amenazadora cerrazón del gobierno. He estado en manifestaciones en Monterrey, en Puebla, en Oaxaca, Chiapas, en Cancún, en Mérida, en Chichén Itzá, en la ciudad de México y la constante ha sido que colocan vallas de metal de cuatro metros de altura –como está siempre amurallada la secretaría de Gobernación y tras ella varios cientos de militares, o bien colocan vallas de metro y medio y seis filas de soldados con sus escudos, además con caballos y perros atrás dispuestos a lanzar gases lacrimógenos.
5. ¿Qué hacer? ¿Irse a su casa a dormir y a llorar porque el gobierno es un hijo de puta? De ninguna manera hay que buscar tirar las cercas y romper el cordón militar que impide que ejerzamos nuestro derecho. Si nosotros dijéramos que “no se puede” le bastaría al gobierno hacer siempre lo mismo para acabar con todas las protestas y manifestaciones. En Oaxaca el 16 de junio logramos los profesores sacarlos del centro a las ocho de la mañana después que cuatro horas antes habían desbaratado nuestro plantón; meses después nuestra marcha del 25 de noviembre logró acordonar a los soldados que habían tomado los dos parques, la catedral y sus alrededores para hostigarlos; desafortunadamente algunos errores desataron la represión. En Monterrey le fue arrojado una carretilla de perros podridos al cerco de soldados.
6. La realidad es que los campesinos, los obreros, los estudiantes, nunca han sido violentos. Salen a manifestarse en las calles para gritar al gobierno y a los empresarios sus verdades, para llamar la atención de la opinión pública y para invitarla a que se sume al movimiento. Quienes siempre han respondido con violencia son los soldados y policías por órdenes superiores. ¿Cómo que de pronto nos bloquean para impedir el paso de nuestras protestas y nosotros no hacemos nada? Los campesinos de Atenco salieron siempre simbólicamente con sus machetes y, aunque jamás los usaron en sus marchas, se les tenía cierto respeto. Quizá en adelante los marchistas deban salir a la calle con sencillas y baratas máscaras antigases y con unas cabillas o maderas que les sirva para defenderse de los golpes y patadas de los policías y la agresión de los perros.
7. La preparación o capacitación de los electricistas y demás obreros para ejercer pacíficamente sus derechos, me recuerda una anécdota: aquí en México, por el año 1956, según el Che y otros líderes cubanos, se entrenaron o capacitaron los que dos o tres años después sería los dirigentes de la revolución cubana (Fidel y Raúl Castro, el Che). Un profesional, el Capitán del Ejercito Español Republicano, Alberto Bayo, autor de un folleto que se difundió a principios de los años sesenta en Latinoamérica, “Ciento cincuenta preguntas a un guerrillero”, editado en 1959, fue un gran entrenador. Bayo no solo se basó en su propia experiencia sino en las enseñanzas de Mao y, según se ha escrito, 'Che', como el era llamado para entonces, se convirtió en su alumno estrella y se convirtió en un líder de la clase. Ellos se entrenaron para hacer una revolución, los electricistas sólo para defenderse.
pedroe@cablered.net.mx
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