Médicos ofrecen pocas esperanzas de vida para el ensayista, luchador social y tenor.
La Jornada en línea Publicado: 26/02/2010 12:42
México, DF. El escritor, tenor, traductor, ensayista y miembro de la Academia de la Lengua Carlos Montemayor fue reportado desde anoche como grave.
Montemayor (Parral, Chihuahua, 13 de junio de 1947) se encuentra internado en el Instituto Nacional de Cancerología desde el pasado lunes 22 de febrero a causa de un cáncer en el estómago que le fue diagnosticado hace algunos meses.
Tras el diagnóstico, el también miembro de la Real Academia Española y de la Asociación de Escritores en Lenguas Indígenas continuó su trabajo creativo y multidisciplinario, que incluye -además de sus colaboraciones para La Jornada- la publicación el martes 2 de marzo de su más reciente libro La violencia de Estado en México, del cual este diario publica hoy un adelanto.
También está la próxima presentación de dos discos como tenor, con el pianista Antonio Bravo, y que constituyen su tercera y cuarta incursión en la grabación de cedés.
Como parte de su actividad por las causas sociales de nuestro país, Montemayor integró la Comisión de Intermediación con el periodista Miguel Ángel Granados Chapa, el arzobispo emérito Samuel Ruiz, el abogado Juan de Dios Hernández Monge, el académico Enrique González Ruiz, la senadora Rosario Ibarra de Piedra y el antropólogo Gilberto López y Rivas.
Este grupo tenía como fin promover el diálogo entre el Ejército Popular Revolucionario (EPR) y el gobierno federal, para tratar en particular el tema de la desaparición de dos de sus miembros, Edmundo Reyes Amaya y Gabriel Alberto Cruz Sánchez, y fue formado a instancias del propio grupo armado.
La comisión se disolvió en abril de 2009 al considerar que no existía voluntad del gobierno federal para esclarecer la desaparición de Reyes Amaya y Cruz Sánchez.
Entre otros reconocimientos, Montemayor ha recibido los premios Internacional "Juan Rulfo", por su cuento "Operativo en el trópico"; "Xavier Villaurrutia", por Las llaves de Urgell; "José Fuentes Mares", por su libro de poesía Abril y otras estaciones, y Colima de narrativa, por Guerra en el paraíso.
Triste noticia de un incansable luchador social.
Su artículo de hoy en la Jornada:
Antes y después de 1968
Carlos Montemayor
Desde un primer momento, varios sectores del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) afirmaron reiteradamente que el movimiento estudiantil de 1968 fue fomentado, sostenido y armado por agentes comunistas de la Unión Soviética y de Cuba. Es difícil saber en qué medida inf luyó esta versión gubernamental en una ulterior concepción del movimiento estudiantil del 68 como matriz de las organizaciones guerrilleras urbanas que aparecieron a lo largo de la década siguiente. Es difícil saberlo porque la incorporación de estudiantes universitarios a la guerrilla posterior no fue un proceso automático derivado de la dinámica propia de ese movimiento, que aglutinó a nutridos contingentes de estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la Universidad de Chapingo. Una gran parte de los estudiantes que se incorporaron a la guerrilla provinieron de dinámicas diferentes, de una amplia gama de otros procesos políticos y universitarios de Michoacán, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León y Sinaloa, sin conexión orgánica con el movimiento del 68.
La guerrilla rural y la guerrilla urbana surgieron de procesos en ocasiones tan aparentemente disímiles como la radicalización de las juventudes comunistas ante las viejas estructuras del Partido Comunista Mexicano (PCM) y del Partido Popular Socialista (PPS) o de la radicalización política de cuadros religiosos. En este sentido, la Liga Comunista 23 de Septiembre es un buen ejemplo del complejo cruce de caminos y de la amplia gama de procesos políticos que desembocaron en la guerrilla mexicana. Raúl Ramos Zavala, su fundador ideológico inicial, provenía de la juventud comunista de Nuevo León; Ignacio Salas Obregón, su primer dirigente reconocido, originario de Aguascalientes, se había formado en la Compañía de Jesús. El nombre de la Liga, por otro lado, no aludió a un movimiento estudiantil, sino al comunismo y a la guerrilla rural de la sierra de Chihuahua encabezada por Arturo Gámiz, Pablo Gómez y Salomón Gaytán; el título de su propio órgano de difusión, Madera, recalcó la referencia a la guerrilla rural chihuahuense, por el enclave de la sierra donde el Grupo Popular Guerrillero intentó tomar por asalto el cuartel militar, proceso que he descrito ampliamente en mi novela Las armas del alba.
El contexto político del movimiento del 68, la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco y, quizás de manera determinante, la masacre del Jueves de Corpus de 1971, constituyeron el referente nítido para muchas organizaciones obreras, campesinas y estudiantiles de que la lucha no podía ser pacífica. El Estado se había mostrado refractario por entero a la inconformidad social; con ambas masacres había hecho saber a todos el destino real de las luchas populares: resignarse a la represión y a la masacre, o intentar el recurso de la vía armada. Pero a pesar del vasto contexto político del movimiento estudiantil de 1968, no podemos reducirlo a la explicación causal de la guerrilla posterior; en la urdimbre de la guerrilla se encuentran hilos que provienen de condiciones anteriores y de contextos diferentes (...)
Fragmento del primer ensayo incluido en el nuevo libro del escritor y colaborador de La Jornada, que el próximo martes comenzará a circular con el sello Debate
viernes, 26 de febrero de 2010
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