viernes, 26 de febrero de 2010

ASIMETRÍAS

Adiós, Felipe; Bienvenido ¿Gómez Mont? (2/2)
Por Fausto Fernández Ponte
“(…) Se propone exentar al nuevo Presid nte, ya sea interino o sustituto, del requisito de no ser Secretario, Subsecretario, Procurador o Gobernador
seis meses antes de su nombramiento”.
Reforma Política del PRI.
I
La reforma pólítica del Partido Revolucionario Institucional no es diferente en lo sustancial de las de Felpe Calderón (o del Partido Acción Nacional) y la izquierda partidista –ajena a la filosófico-ideológica t morañ--: las tres son facciosas.
Y están orientadas, por añadidura, a perpetuar el control del poder político por parte transgeneracional –actual y venidera-- de la llamada clase política mejor descrita a cabalidad como “La Mafia”, agentes de un un estrato social dominante sobre los demás.
Señálese que, para no confundir al caro leyente, La Mafia de la política está conformada por personeros de alta jerarquía dirigencial de todos los partidos políticos, desde el PRI hacia abajo –los partidos bisagra— de mendacidad declarada.
La Mafia de la política tiene sus grupos de interés y, desde luego, de presión formal y fáctica y está al servicio de las oligarquías locales y trasnacionales extranjeras. Esos grupos de interés y de presión son los partidos políticos.
Éstos son, además, medios de control social: la ciudadanía –que sólo en lo formal-constitucional es plenipotenciaria-- no tiene acceso real al poder político del Estado sino sólo en lo nominal y, aun así, con arreglo a la demagogia de la simulación democrática.
En el caso de la reforma política del PRI, ésta fue elaborada y se pretende aprobar –con mayor probabilidad que las del PAN y la izquierda partidista— pensando en el interés personal del senador Manlio Fabio Beltrones y, en segundo plano, del priísmo.
II
El interés personal del senador Beltrones es el de crear condiciones políticas favorables para imponerse sobre otros priístas del nota –Enrique Peña Nieto, Beatriz Paredes— en la puja por la candidatura a la Presidencia de la República. Por ello hay prisas y urgencias en crear los medios constitucionales específicos y expeditos en la reforma política beltronista-priísta que permita al Poder Legislativo remover al señor Calderón de su investidura, para muchos espuria por cierto.
Más dado ese atributo de espuriedad –don Felipe asumió la Presidencia mediante una trama de su predecesor, Vicente Fox, que las ciencias políticas definen como “coup d´État” o golpe de Estado--, la reforma priísta adquiere viso colateral de contragolpe.
O, por decirlo con la propiedad descriptiva de las ciencias políticas, es otro golpe de Estado –éste en fragua ocurrente--, diseñado por la facción beltronista-priísta, con ligas al salinismo, para recobrar fueros en la vertiente ejecutiva del poder político del Estado.
Dado ese contexto aquí identificado, las propuestas de reforma política calderonista-panista y de la izquierda partidista –la de la facción cuentachiles y del agandalle y, ergo, antisocial— caen por gravedad a la sima abisal de las improbabilidades.
Menciónese que el temor del PAN y la izquierda partidista --en particular el Partido de la Revolución Democrática— es el de que al caer sus propuestas de reforma política a esa sima se queden allí. Ese temor es otro móvil de sus aberrantes alianzas electorales.
Un saldo del calendario electoral del año que corre podría ser el de que tanto el PAN como el PRD se convirtieran en partiditos, con el riesgo para éste último de tocar los linderos donde las estantiguas de perder registro rondan ululantes. Legado chuchista.
Volvamos al tema de la reforma política del PRI del señor Beltrones y sus hilos de putatividades salinistas. Removido el señor Calderón, patológicamente faccioso, el encargado del despacho presidencial sería alguien políticamente neutro.
III
Es decir, alguien incoloro, inodoro, insípido y, desde ese enfoque, alguien aséptico, maniatado de origen, como la establecería secuencialmente la reforma política propuesta por el beltronismo. Alguien encargado de alternancia entre las derechas.
Con la reforma beltronista se atienden demagógicamente ciertas realidades cuyo dramático e insoslayable verismo atemoriza al PRI: las simientes de insurgencias sociales, plantadas durante 27 años de brutal neoliberalismo priísta, están brotando.
Y brotan con ímpetu telúrico. La gente se está organizándose, accediendo del estadio del discernimiento de la causaza de la debacle prevaleciente a las vías de reivindicación y modificación de estructuras económicas y superestructuras políticas y sociales.
La ciudadanía quiere que, en lo general, se vaya el señor Calderón, a quien atribuye la debacle; ésta ya existía –cortesía del PRI--, pero agudizada por la inepcia patológica de don Felipe. El senador Beltrones se monta sobre esa creciente cresta anticalderonista.
El señor Beltrones ofrece en su reforma política una opción tramposa: cambiar (de forma) para no cambiar (de fondo), premisa mayor del entreguismo de la rectoría económica del Estado de Carlos Salinas a las voraces oligarquías locales y trasnacionales particulkarmente de Estados Unidos, España y Canadá.
ffponte@gmail.com

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