lunes, 18 de enero de 2010

Los olvidados de Ramos Arizpe


Menos del diez por ciento de las personas con capacidades diferentes del vecino municipio son atendidas en instituciones locales, el resto, unas novecientas, si pueden pagar doble trasporte o taxi, vienen a Saltillo. Dicen expertos que es hora de que la autoridad local se preocupe por crear políticas públicas para atender a esa población.

Hermenegilda López vive en Ramos Arizpe, tiene dos hijos con capacidades diferentes, uno de 18 y otra de 40, pero desde hace dos años dejó de llevarlos al CREE en Saltillo por falta de dinero para la combi o el taxi. Y es que en aquel Municipio no existen más que dos centros de atención para los casi mil discapacitados que lo habitan, según calcula la Pastoral Social. De acuerdo a esa cifra, representan el 2 % de la población. El DIF Municipal dice que son 350 y la directora de Salud ni siquiera tenía la cifra. A esto se suma que, curiosamente, los grupos más grandes de discapacitados se concentran en siete colonias y dos Ejidos.
El padrón más reciente del área de Atención a Personas con Capacidades Diferentes del DIF, en Ramos Arizpe, revela que en colonias como Manantiales es posible encontrar hasta 58 personas que viven con algún tipo y grado de discapacidad, otras 30 en el sector Blanca Estela, 23 en la Fidel Velázquez, 19 en el Mirador y la Zona Centro, 18 en la Santos Saucedo, 16 en la Esmeralda; además en ejidos como Paredón hay 7 y 23 en Hipólito. 194 personas discapacitadas, casi el 20 por ciento de las que calcula Pastoral Social.
De estas personas, el Centro de Atención Múltiple número 11, situado en la colonia Manantiales, atiende a 66 personas y otros 30 son admitidos en la Dirección de Salud del Municipio, donde, dice su titular, Gabriela Gutiérrez, que cada jueves llega al área de rehabilitación un especialista del CREE Saltillo.
“Uh, son muy poquitos, realmente son muy pocos los que asisten. No tengo mayores datos”, dice la funcionaria y se rehúsa a responder más preguntas.
Lo anterior revela que 96 personas con capacidades diferentes reciben atención en instancias de aquel Municipio; sólo una de cada diez, el resto se tendrían que trasladar al CRIT o al CREE de Saltillo.
Según afirman quienes conocen del tema y que fueron consultados por SEMANARIO, hacen falta políticas públicas e investigaciones más profundas por parte del municipio de Ramos Arizpe para atender a esta población que, afirman, va en aumento.

EXTRAÑO CRECIMIENTO

Diversos actores sociales, como Candelaria Galván Vislar, representante de la Pastoral Social de la Parroquia San Juan de los Lagos, coinciden en que hasta ahora nadie ha realizado estudio alguno que explique la razón por la que en algunos sectores del área urbana de esta ciudad industrial, y aún en sus zonas rurales, haya “tantos” discapacitados.
“De 10 ó 12 personas con discapacidad por colonia no baja, y estamos hablando nada más de padrones oficiales, de las personas que están cautivas en los programas de gobierno”, comparte Galván Vislar.
Pese a ello el INEGI, cuyas últimas estadísticas datan de hace 10 años, insiste en situar a Ramos como uno de los municipios con menor incidencia de discapacidad en Coahuila, el 1.45 por ciento de su población, esto es poco más de 500 personas con alguna limitación física o intelectual.
Pero María Candelaria Galván sabe que la cifra podría alcanzar hoy las más de mil personas que padecen uno o varios tipos y grados de discapacidad. Dice que la última vez que realizaron un censo, contaban alrededor de 600 discapacitados, pero que calcula que esa cifra se pudo haber disparado a ochocientos o más de mil.
Carlos Hernán Valdés Gómez, quien ha colaborado con el municipio de Ramos Arizpe por distintos periodos en una oficina de atención para personas con discapacidad, tiene sus teorías. Asegura que el fenómeno no es alarmante y que se debe a la creciente llegada de familias que han emigrado de otros Estados del País a este municipio, en busca de mejores oportunidades de trabajo.
“Tenemos una población cosmopolita, personas de toda la República radicando en Ramos y algunas de estas familias ya traen a personas con discapacidad, pienso que no hay una situación de alarma o de alerta...”, afirma.

“¿POR QUÉ?”

Candelaria Galván, “Cande”, como la nombran en su parroquia, al igual que una creciente cantidad de familias que viven el problema de la discapacidad en Ramos, aun tiene una pregunta en su mente, “¿por qué?”
Los registros del DIF ramoszarizpense indican que más del 80 por ciento de la población con alguna discapacidad son niños con trastornos como parálisis cerebral, deficiencia intelectual, retraso psicomotor, distrofia muscular, malformaciones congénitas, secuelas de poliomielitis, amputaciones, cuadriplejia, paraplejia, problemas de lenguaje, audición, ceguera, déficit de atención y lesión cerebral.
“Incluso allá en lo que se llama Las Fábricas tenemos familias completas en las que hay discapacidad como hereditaria, tú ves a familias de ocho, diez hijos en las que existe un coeficiente intelectual más bajo de lo normal, casos alarmantes de familias enteras de muchachitos que no han podido terminar la primaria porque no hay ningún tipo de terapia para ellos”, evidencia Sofía Elena Orta, presidenta de la Asociación Vida y Autismo de Ramos Arizpe.
Y expone que entre los factores que probablemente han desencadenado un aumento en la tasa de discapacidad en este Municipio, se hallen la desnutrición severa y la contaminación que las industrias han generado al ambiente.
“Algunos niños nacen con una deficiencia nutricional que no les permite desarrollarse normalmente. Otra es de que muchas de estas colonias están atrás del corredor industrial, hay algo en el medio ambiente que está incrementando los índices de más población con discapacidad”, señala. Por su parte, Carlos Hernán Valdés Gómez dice que los casos de discapacidad en adultos también podrían estar relacionados con los riesgos en los procesos de transformación implantados por algunas empresas, y luego detalla sin decir nombres que:
“Tenemos muchísimas empresas, algunas de ellas con procesos de un poquito de riesgo que implican que las personas adquieran alguna discapacidad por accidentes de trabajo”.
Y agrega que, en principio de cuentas, no existe un estudio que pueda arrojar que alguna sustancia en el aire pueda estar detonando la incidencia de discapacidad en este Municipio.

EL LASTRE DE LA POBREZA

Doña Epifania Hernández tuvo que dejar de trabajar lavando ajeno para poder atender a su hija de 50 años, que padece retraso mental desde hace diez. A su hija María, quien sufría convulsiones desde su niñez, se le agudizó la enfermedad luego de que falleció su padre. “Se murió su papá y ella se trastornó, yo creo que se le cargó mucho”, comparte Epifania.
Desde entonces ambas sobreviven en una casa de bloc desnudo que le presta un amigo de su difunto marido, esperando que alguno de su hijos le traiga algo de comer y estando al pendiente de que María tome a su hora los calmantes que le recetan en el CESAME .
“Mis hijos me traen de a poquito, porque tienen niños en la escuela, yo soy mujer sola y ...”, su voz se quiebra y casi suelta a llorar. El de ellas no es el único caso en Ramos Arizpe.
Candelaria Galván subraya que la gran mayoría de las familias que albergan en su seno a uno o más niños o adultos con discapacidad, tienen que cargar además con el lastre de vivir en la pobreza, del no tener recursos ni para alimentarse.
Por eso dice que hace algunos meses la Parroquia de San Juan de los Lagos se echó a cuestas la tarea de hacer llegar, con ayuda del Banco de Alimentos de Saltillo y la comunidad de feligreses, una despensa mensual a unos 50 hogares donde habitan una o varias personas con capacidades diferentes.
“Son de sectores como la Soledad, la Fe, Mirador, Valle Poniente, Cactus, Blanca Esthela, de todo Ramos, que requieren alimentación, las familias tienen necesidades principalmente de alimentación. Hemos tocado puertas y las personas de Ramos, son muy generosas”, comparte.
Y es que, prosigue Cande, en un buen número de las familias con discapacitados que viven en Ramos Arizpe, han quedado al frente de madres solteras o mujeres que han sido abandonadas por sus maridos, quienes se rehúsan a cargar con un hijo discapacitado. Es el caso de Irene Torres, quien procreó a Sergio y a David, ambos con distrofia muscular mortal.
“Él no aceptaba la enfermedad, se le hizo difícil, porque es difícil”, dice la mujer, que hace cinco años emigró de Saltillo a la colonia Valle Poniente de Ramos Arizpe, donde consiguió una casa barata.
Apenas en 2008 Irene tuvo que enfrentar sola la pérdida de David, el menor de sus hijos, quien murió debido a problemas respiratorios. Las cosas no cambiaron para ella quien decidió entregarse en cuerpo y alma al cuidado de Sergio, quien hoy tiene 25 años y lleva postrado en la cama la mitad de su vida.

FALTAN POLITICAS PÚBLICAS

Aunado al aumento de los discapacitados, prevalece en Ramos Arizpe la falta de políticas públicas, instancias y programas sociales dirigidos a atender las necesidades de las personas con discapacidad y sus familias.
Ejemplo de ello es Juan José Rodríguez García, un pequeño de la colonia Analco que hace nueve años nació con parálisis cerebral leve y al que sus padres, pese a su pobreza, han sacado adelante con sus propios medios. De esta manera, Juan José, que antes no podía sostenerse en pie, manejar un lápiz ni articular palabra, ha logrado vencer sus limitaciones.
“Falta apoyo, mucho, pero yo les diría a los padres que tuvieron la bendición de tener un hijo así, que le echen ganas, que no se dejen, que no porque la gente los mire raros. Que salga adelante...”, declara Carmen García, madre de Juan José.
Pocos creerían que en este Municipio de más de 56 mil 708 habitantes, considerado como uno de los primeros en el país por su desarrollo industrial, no existen centros públicos de rehabilitación para niños o adultos con capacidades diferentes.
“La gente tiene que trasladarse de Ramos hasta el CRIT o el CREE de Saltillo, tiene que pagar una combi de su colonia al centro de Ramos y de ahí al centro de Saltillo y otra del centro de Saltillo al CRIT, y de regreso es lo mismo, y no pueden pagar taxis porque no tienen los recursos”, apunta la especialista en el tema de discapacidad Ema Hernández Moyeda. Es el caso de la ya mencionada Hermenegilda López, quien se hace cargo de sus hijos Aniceto y Mercedes; ambos nacieron con una extraña enfermedad que hoy les impide caminar, por lo que la familia se había trasladado del ejido Presa de San Pedro a Ramos Arizpe con la ilusión de rehabilitarse. Pero la ilusión les duró poco.
“No tenía en qué moverme y ahorita no hemos visto a ningún médico, estamos con la voluntad de Dios, que él nos ha de ayudar en todo, quién quita y Diosito nos puede ayudar”, dice doña Hermenegilda, sentada en la cama desde donde sus hijos ven pasar los días.

¿Y LOS DEMÁS?

En el corazón de la colonia Manantiales del Valle opera el Centro de Atención Múltiple número 11, una escuela federal, que brinda educación inicial, preescolar y primaria a unos 66 niños y adolescentes con discapacidad intelectual, problemas auditivos, psicomotices y de autismo. Sofía Elena Orta, presidenta de la Asociación Vida y Autismo, piensa que la cobertura de este CAM es baja, si se considera el número de niños que en Ramos Arizpe sufren alguna discapacidad.
“¿Dónde están las otras personas? El único lugar donde son recibidos es el CAM y el CAM maneja 66 personas, ¿dónde están los demás?”, se pregunta.
La directora de esta institución, Silvia Cantú Ballesteros, sale a la defensa y declara que si las autoridades educativas proveen de más infraestructura y personal docente, este centro estaría en posibilidades de crecer en más del doble su matrícula.
“Claro que si nos construyen más salones y nos mandan más equipo de maestros podríamos atender hasta 100, 150 alumnos”, señala. Los registros de control interno del CAM 11 revelan que al menos en las primeras semanas de enero esta institución contaba con una lista de espera de 12 niños con discapacidad que requieren atención.

NECESARIO UN CENSO

La mayoría de los estudiosos del fenómeno de la discapacidad en Ramos Arizpe, coinciden en la necesidad inminente de que la nueva administración realice un censo ex profeso sobre discapacidad, a fin de que se tomen acciones en favor de esta población.
“Es empezar por hacer un censo en donde sepamos realmente cuánta gente con discapacidad hay en el municipio, porque no se ha hecho, no hay una información verídica, se requiere también de un estudio con seriedad”, manifiesta la directora de Vida y Autismo, Sofía Elena Orta.
No obstante, hay quienes afirman que un censo es una tarea difícil, pues según especialistas como Ema Hernández, las mismas familias niegan o esconden el problema. Para ilustrar esta situación relata dos ejemplos, primero el de una niña que nació con malformaciones en manos y brazos, y a la que su madre mantuvo oculta por años.
“La mamá jamás aceptó a su niña, siempre la tenía escondida y no la sacaba. Todavía se avergüenza de ella, la empalma de ropa y le dice ´no saques las manos`, la trata feo.
Del segundo caso cuenta, “vino conmigo una señora a pedirme ayuda, que por qué no le conseguía lugar a su hijo discapacitado en la escuela, le digo ´llévelo al CAM`, y dice ´no, al CAM no, me da vergüenza que vaya a estar mi hijo en el CAM`”.
Sobre ese tema Carlos Hernán Valdés Gómez, quien vive con discapacidad visual desde hace 10 años, comparte, “hace seis años que hicimos nuestro primer censo, nos topábamos con que tocábamos las puertas y aún sabiendo que ahí había una persona con discapacidad, salía la gente mayor y nos decía que no”.
Sin embargo, los especialistas entrevistados coinciden en la necesidad de conocer la magnitud del problema para así brindar atención a todos los que lo requieran. El siguiente paso, dicen, será averiguar las causas del aumento en el número de personas con discapacidad, para poder implementar programas preventivos.

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