Octavio Rodríguez Araujo
Varios analistas nos tratan de convencer de que la estrategia de alianzas contra el PRI no sólo es válida, sino necesaria para evitar que dicho partido gane la Presidencia de la República en 2012. Que esta estrategia sea defendida por voceros de empresarios y panistas no llama la atención: ven en el tricolor una verdadera amenaza no a la democracia, sino a la hegemonía del PAN que, gracias a las trampas urdidas por Vicente Fox y sus cómplices en el IFE y en el TEPJF, gobierna ahora. Pero que esta misma estrategia la defiendan quienes apoyaron a López Obrador en 2006, suena esquizofrénico. ¿Aliarse con quienes le quitaron a la mala la Presidencia a AMLO?
Lo que están diciendo entre líneas los defensores estratégicos de las alianzas de PRD-PT y Convergencia con el PAN es que prefieren a este partido en Los Pinos que al PRI, porque bien saben que las probabilidades de triunfo de lo que han dado en llamar DIA son muy bajas, por no decir nulas, si nada cambia sustancialmente para el PRD y sus aliados históricos en los próximos dos años y medio.
Cuando en 2000 algunos razonamos sobre la pertinencia del voto útil para sacar al PRI de Los Pinos, lo hicimos pensando que el PRD entendería que en los seis años del gobierno de Fox tenía su oportunidad para reconstituirse, ya que previsiblemente el sexenio del guanajuatense sería débil y una decepción para millones de mexicanos. López Obrador lo entendió y armó todo lo que estuvo en sus manos para disputarle el poder presidencial al PAN. Y, hay que decirlo, también lo entendió Fox, tanto que hizo hasta lo imposible por sacar a AMLO de la jugada. Los que no entendieron nada fueron los chuchos, pero eso ya es historia.
En los seis años de foxismo y después del golpe de Estado contra el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, los chuchos y sus aliados, además de gobernadores y alcaldes perredistas que no entendieron su papel político en la historia del país, se hicieron trampas entre ellos, se dedicaron a atacarse y en lugar de aprovechar la coyuntura para llamar a la unidad contra la derecha casi destruyeron su partido. Dijeron que querían refundarlo y no hicieron nada. Lo único que lograron fue discurrir que sería estratégico aliarse con sus enemigos porque, según ellos, así podrán evitar que el PRI regrese a la Presidencia.
No puedo evitar recordar con tristeza lo que hizo el Partido Comunista Mexicano (PCM) en los años 30 del siglo pasado. Cuando se planteó el frente popular antifascista, que implicaba una alianza táctica de clases en los países capitalistas llamados democráticos, Lombardo Toledano y la Internacional Comunista (ambos controlados por Stalin) promovieron que el frente popular fuera, en México, el Partido de la Revolución Mexicana, ahora PRI. El PCM no estuvo de acuerdo, pero terminó apoyando, por instrucciones de la Internacional (léase Stalin), al partido del régimen como frente popular, aunque no formara parte de éste (¡así lo dijeron!). Guardando proporciones, nuestros amigos perredistas, petistas y convergentes hacen algo semejante: promoverán que el PRI no aumente su poder, aunque implique que el PAN se recupere y eventualmente vuelva a la Presidencia de la República. Una lógica curiosa: apoyar a la derecha para que pierda la derecha, pero gane la derecha (no es trabalenguas), porque la izquierda no tiene oportunidad.
No deja de ser preocupante, al menos para mí, que Denise Dresser, ideóloga de la clase media asustada, y Manuel Camacho, coordinador del Diálogo para la reconstrucción de México (DIA), coincidan en sus puntos de vista del lunes pasado incluso en algunos términos. Denise escribió: “impedir el fortalecimiento del feuderalismo que el PRI ha logrado implantar en la periferia”. Manuel dijo: lo que tenemos son poderes feudalizados en varias partes del país, refiriéndose a los estados gobernados por el PRI. Denise escribió: En numerosos países, partidos políticos de la más diversa índole forman frentes tácticos para enfrentar a contrincantes comunes. Manuel dijo: en todo el mundo hay alianzas. ¿Denise de izquierda? Obviamente no. ¿Quién influye a quién? No importa. Lo que importa es que se debe derrotar al PRI como sea, porque “si tanto los panistas como los perredistas permiten que regrese a Los Pinos –escribió Denise–, el poder abusivo y vengativo del PRI no amainará, sino todo lo contrario. El PRI se lanzará contra ambos partidos con un picahielo”, supongo que en la mano. ¿Y qué traían los panistas en la mano cuando quisieron desaforar a AMLO y le quitaron el triunfo con todo tipo de trampas y complicidades?
Manuel Camacho ha sido mi amigo y lo aprecio y lo respeto, pero nunca ha sido de izquierda. Se ha declarado liberal y cuando no pudo ser candidato del PRI a la Presidencia formó un partido que se llamó Centro Democrático, ni siquiera Izquierda Democrática o Socialdemócrata. Tal vez era conveniente que un centrista fuera el coordinador de los partidos que se presentan como de izquierda, para suavizar las diferencias entre los grupos que los componen, pero no nos engañemos: la aspiración de DIA no es mostrarse como un frente izquierdista, sino como una coalición moderada que en algunos estados donde habrá elecciones este año jugará el papel de bisagra. Quizá por esta razón Manuel escribió el lunes que el desenlace de esta puja de fuerzas ya no está en la izquierda y añadió al final de su artículo que el tema es la democracia, la libertad y la voluntad de poder (El Universal, 25/1/10). Para mí está clara la intención, y si en 2006 AMLO era un peligro para México (según el PAN), en 2010, como bien dijo Hernández en su caricatura del martes en este diario, ese peligro será el PRI, tanto para el PAN como para el PRD.
¿Y a título de qué el PRD y sus aliados le están haciendo favores al PAN bajo el supuesto de que el PRI es peor? ¿Porque el PRI favorece cacicazgos? Vamos, de esto no se escapa ningún partido.
jueves, 28 de enero de 2010
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