
Editorial 197
Después de calificar a Calderón como “ingenuo” por su guerrita contra el narcotráfico, el maestro Sabina fue invitado a un ágape en Los Pinos...
Dicen que después de las viandas y los vinos, ambos cantaron rolas como “Llegó borracho el borracho” (a pesar de que Calderón ya estaba ahí) y otras.
Al salir, dijo el español a los periodistas: “el ingenuo era yo”.
Así que una de dos: o los 110 millones de mexicanos nos volvemos alcohólicos para entrar en sintonía con el señor Calderón y darnos cuenta, de una vez por todas, de que su gobierno es extraordinario; o deja él la peda.
Claro que es más viable la primera opción.
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