01 marzo 2010
ffponte@gmail.com
Carlos Montemayor
Por Fausto Fernández Ponte
“No sé si la noche es una forma de lo que yo seré.
O si es un aviso de lo que debo ser”.
Carlos Montemayor,
Fragmento de su “Poema de Tsin Pau” (2005).
I
Carlos Montemayor estaba por arribar, en junio próximo, al lindero de los 68 años cuando La Muerte llamó a su puerta para llevarse consigo su forma física einclluso –tal vez—su alma. Cuatro meses antes, La Parca ya le había dado aviso de sus propósitos.
Mas La Inexorable no se llevó su legado a los mexicanos, un acervo tesaúrico de empeños y afanes acuciosos, sostenidos, lúcidos y ejemplares e inspiradores, cuyo atributo más trascendente es el de contribuir al desarrollo de la conciencia colectiva.
Y a desarrollar esa conciencia colectiva, don Carlos libró batallas en muchas trincheras, todas ellas sincretizadas en sus inquietudes y acciones creativas en las ciencias sociales y políticas, el arte y la cultura y el activismo sociopolítico.
En una de sus trincheras –la del ensayo--, éste ejemplar ser humano libró batallas ideológicas y políticas cuyos desenlaces pernean aun la dermis de la cultura de la relación entre mandantes (los pueblos de México) y mandatarios; éstos, por lo general, insensibles, arrogantes y agentes de intereses francamente antisociales..
Esa trinchera –en realidad, un ariete para derribar las murallas, puertas y troneras del oscurantismo que paradójicamente coexiste en México con las luminosidades del pensamiento—, nuestro personaje abrevaba en las alfaguaras del razonamiento crítico.
II
En la trinchera ensayística, éste notable mexicano produjo una obra portentosa, de gran valor contextual e incluso con aportaciones que bien podrían devenir en la elaboración de escenarios prospectivos históricos: “La guerrilla recurrente”.
La guerrilla, señálese, no es un fenómeno aislado ni atípico en México (tampoco lo es en Nuestra América, desde el Suchiate hasta Punta Arenas) tras su tránsito de lo colonial de Nueva España al de Estados Unidos Mexicanos.
Hubo guerrillas en el decurso de los casi tres siglos de dominación española de los pueblos que ocupaban el territorio que hoy es México: las han habido, asimismo, en casi todo el período republicano a nuestros días. En gran parte del siglo XX también las hubo.
Y existen hoy, en el siglo XXI. El propio don Carlos fue mediador entre el Ejército Popular Revolucionario –a cuyos dirigentes el Estado mexicano presumiblemente secuestró y desapareció— y el gobierno que preside de facto Felipe Calderón.
La guerrilla ha sido –es-- recurrente, como bien lo señala don Carlos en su ensayo. Ello no suele ser informado por los medios de difusión masiva porque en la cultura de simulación del poder político-oligarca esos sucedidos “dan malas ideas a la gente”.
III
Millones de mexicanos piensan que las insurgencias tanto cívicas y pacíficas como armadas son sucedidos recientes, cuando en realidad son un “continuum” de la larga ristra de las luchas históricas de los pueblos de México. Esas luchas no han cesado.
Y tan no han cesado que según los registros del aparato de inteligencia civil y militar del Estado, operan en México más de 40 grupos armados, distintos de los casi cien que conforman los cárteles del narcotráfico y los “Zetas” y sus imitadores, émulos y socios.
Mas volvamos al ilustre personaje fallecido. En otra trinchera, la de la literatura –novela, cuento, poesía-- éste gran mexicano nos hereda una enorme riqueza. Su novela emblemática es “Guerra en el paraíso”. No abandona otra de sus vocaciones, historiar.
Su poema “Las armas y el viento” es también emblemático. Y en uno de sus cuentos, intitulado “Operativo en el trópico”, describe realidades que pese a su verismo, no son registradas por la ciudadanía manipulada por los medios de control social del poder.
Hombre universal –también cantaba ópera--, fue recipiendario de muchos honores y reconocimientos literarios y científicos (incluyendo el de historia y como lingüista), pero en su modestia el que más le llenaba era lo de sus aportes a las causas indígenas.
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lunes, 1 de marzo de 2010
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