Blanche Petrich
Enviada
Riviera Maya, QR, 22 de febrero. Presidentes y cancilleres aseguraron que aquí se gestaba una futura organización destinada a hacer historia en América Latina y el Caribe. Pero al mismo tiempo, los autores de estos discursos se empeñaban en hacer de este "gran momento" un suceso anticlimático. Hasta que les estalló la bronca, una bronca largamente larvada, entre los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Colombia, Álvaro Uribe, vecinos y rivales, viejos antagonistas y polos opuestos en el abanico político de Sudamérica.
Y el impacto noticioso de la cumbre, que languidecía, se disparó a las alturas del escándalo. Tal vez ésa era la intención.
"No prensa, no grabadoras", suele ser la orden en este tipo de encuentros. De modo que a la hora del almuerzo privadísimo de los 25 jefes de Estado y siete cancilleres de la reunión cumbre no había ningún medio que dejara registro de lo sucedido.
Alguien de adentro tenía que salir y contarlo. Y eso fue lo que sucedió. Lo que cuentan varias voces que estuvieron dentro y presenciaron el incidente coinciden en una cosa: Uribe lo provocó.
Pero si tantas cosas, tantas recriminaciones y comentarios ríspidos que se intercambian a puertas cerradas en estos encuentros quedan siempre entre cuatro paredes, ¿porqué este pleito salió a la luz pública, y tan de inmediato?
¡Al carajo!
Esta tarde el almuezo se demoró. De por sí la agenda de los presidentes iba desfasada. La sesión matutina se había prolongado más de lo previsto y la puesta en escena para la fotografía oficial no se logró en la hora prevista, ya que algo entretuvo al presidente cubano, Raúl Castro, quien se incorporó con 11 minutos de retraso al grupo que lo esperaba. De modo que los postres y el café se sirvieron pasadas las cuatro de la tarde.
Al levantarse de la mesa se formaron los corrillos de costumbre. La chilena Michelle Bachelet, muy consentida por sus homólogos, ya que ésta es su despedida de las cumbres presidenciales, Castro y Chávez comentaban en tono desenfadado sobre el bloqueo comercial que desde hace medio siglo mantiene Estados Unidos contra Cuba.
Uribe, acercándose al grupo y alzando la voz, recriminó al venezolano por lo que llamó "el bloqueo" que el gobierno chavista ha impuesto a Colombia. Chávez revirió de inmediato con un dato duro: ¿cuál bloqueo, si en los últimos años Venezuela ha multiplicado por 10 sus importaciones de la nación vecina?Uribe subió el tono de la discusión. Y Chávez entonces lo acusó de permitir que desde territorio colombiano paramilitares conspiren para asesinarlo. Ya era a gritos el intercambio. Y las palabras de Uribe, que a estas horas ya circulan profusamente en los medios de comunicación, llegaron al insulto: "Sea varón, estos temas se discuten en estos foros; usted es valiente para hablar a distancia y cobarde para hablar de frente".
El talante rijoso de Chávez se desbordó y cerró el tema con un estentóreo "¡Váyase al carajo!
"De la unidad a la discordiaLa concurrencia quedó muda. El presidente Felipe Calderón, como anfitrión, no atinó a intervenir. Sólo uno de los asistentes supo reaccionar. Fue Raúl Castro: "Cómo es posible que algo así pase en una cumbre de la unidad latinoamericana", afirman que dijo, y procedió a calmar a sus alterados homólogos.
A partir de ese punto, sólo hacía falta filtrar el pleito. Uno de los comensales –hemos de reservar su nombre; el reportero que recibió la información se comprometió a no revelarlo– se despidió porque tenía una cita para una entrevista con la cadena CNN. Llegó tarde a la cita. Y apenas se sentó, pidiendo que no se hablara del tema, pero con ganas de contarlo, desgranó la escena del almuerzo con todo detalle al periodista mexicano Mario González. En cuestión de minutos, antes de que dieran las cinco de la tarde, González soltaba al aire la anécdota en un enlace con la conductora Patricia Janiot.
Instantes después el conductor Daniel Viotto la circuló por Twitter: no hacía falta tener fuente, ni pruebas, ni siquiera un audio o una imagen. La facilidad de Twitter y el sabor del escándalo harían la tarea.
También la delegación venezolana se apresuró a colocar su versión en la prensa de su país.
El canciller Nicolás Maduro la relató al reportero de la Radio Nacional. Y luego Radio Caracol, y los portales de Internet; incontenibles, las redes sociales. Finalmente, la cumbre de la unidad se convertía en la cumbre de la discordia. Y el sueño de una organización con todos y para todos se eclipsaba entre los enlaces alterados de los reporteros de medios electrónicos y los despachos de las agencias.
En la sala de prensa, saturada de informadores frustrados por su aislamiento y la falta de información durante tres días consecutivos, al fin aparecía la noticia del día. Y era un hervidero de llamadas telefónicas, teclazos y rumores cuando aparecieron los hombres de logística de la Presidencia de la República a subir la temperatura del salón: acomodaron cordones, arreglaron sillas, hicieron pruebas de sonido. Y ante la incredulidad de algunos periodistas extranjeros, hizo su aparición Calderón para controlar el daño.
Aseguró que Colombia y Venezuela acordaron "conducir sus diferencias por el diálogo respetuoso" y "evitar señalamientos y recriminaciones". Anunció que se crearía un grupo de amigos para limar la diferencias entre los dos irritados personajes. Así, un nuevo conflicto se sumó al mapa de los diferendos regionales.
En ese momento tomó forma la inquietud que desde horas antes habían expresado un grupo de periodistas colombianos que acompañan a Uribe en sus viajes al exterior. Estaban sorprendidos de que la señal de televisión de las sesiones de la cumbre no pasara en la sala de prensa. "Es que nuestro presidente va a decir alguna cosa sobre Venezuela", señalaban. Y sí, claro que tenía que decir algo sobre Venezuela.
Que casualidad, calderón anfitrión, uribe reventador, aquí hay gato encerrado... mas bien dos gatos encerrados:
-"misión cumplida"
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