sábado, 12 de diciembre de 2009

LA JUEZ COUTIÑO RECORDARÁ QUE PARA SER MINISTRA TUVO QUE OFENDER A LOS ELECTRICISTAS

Nerviosos, los trabajadores de LFC esperaban el fallo; adivinaron al ver el rostro de sus abogados
En menos de tres horas pasaron del desánimo al arrojo y decidieron continuar la lucha
El abogado Raúl Carrancá informa a los electricistas sobre el fallo adverso de la juez Guillermina Coutiño y les pide confiar en el grupo de juristas encargados de la causaFoto Franciso Olvera
Fabiola Martínez

Periódico La JornadaSábado 12 de diciembre de 2009, p. 6
Ayer, en menos de tres horas, miles de integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) pasaron del optimismo a la incredulidad, y del desánimo al arrojo.
Este viernes fue el día más esperado por ellos desde que su fuente de empleo fue cerrada por decisión presidencial.
Luego de toparse con el rechazo de legisladores y de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en su lucha por que se declarara inconstitucional el decreto por el que se desapareció Luz y Fuerza del Centro (LFC), tenían puestas todas sus expectativas en la juez de distrito Guillermina Coutiño Mata –nombre que ya se saben de memoria–, quien ayer aparecía como protagonista de un mensaje de afecto en la manta colgada en las escalinatas del Palacio de Justicia Federal.
Puntuales, los electricistas llegaron a la cita; tranquilos, mataban el tiempo y tomaban atole y café mientras adentro se desarrollaba la audiencia.
Mira cómo me tiembla la mano de emoción, expresaba Pablo, empleado de una sucursal de la extinta LFC.
Faltaban unos minutos para las 11 de la mañana y coreaban apenas un tradicional ¡esmé, esmé, esmé!, con el puño izquierdo en alto. Lo que desconocían Pablo y los demás es que para ese momento la juez ya había dado su veredicto contra el amparo promovido por el SME.
–¿Y si no dan el amparo, qué vamos a hacer? –preguntaba una joven, integrante de una familia donde casi todos son electricistas.
–¡Qué no vamos a hacer! –le respondió su madre. Ni vamos a meter las manos, solitos les va a tronar el sistema.
Quince minutos después salieron algunos dirigentes del SME y los abogados. Nada más de verles el rostro los trabajadores supieron que algo había salido mal.
El doctor Raúl Carrancá fue el encargado de informarles, a viva voz, en las escalinatas del Palacio de Justicia, el resultado adverso, al tiempo que pedía confianza para el grupo de juristas encargados de la causa.
Por favor, no pierdan la fe y la confianza. Tenemos certidumbre de que en el tribunal colegiado se rectificará esta contradicción, les dijo.
Enseguida, el secretario de trabajo del SME lamentó que, desgraciadamente, por presiones, esta juez no quiso hacer justicia a los trabajadores, buscando, quizá, un puesto más arriba. Pero algún día se acordará que para llegar a magistrada tuvo que ofender a los trabajadores de Luz y Fuerza.
Los electricistas escucharon. Nada más. No había ánimo para nada, ni para gritar. Así se enfilaron al Metro San Lázaro y de ahí al Monumento a la Revolución, donde, en un tris, empezaron a recuperar la bravura. A los trabajadores en activo y jubilados ya los esperaban contingentes de electricistas de las divisiones foráneas.
¡Aquí no hay cobardes. Los cobardes ya se fueron!, arengaba, desde el templete, el vocero del sindicato. Abajo, el coraje iba haciendo eco de grupo en grupo de los miles que, para las 2 de la tarde, ya colmaban las inmediaciones del Monumento.
¡No chinguen, el lunes es el aniversario del sindicato! ¿A poco vamos a permitir que estos hijos de la chingada se lleven 95 años de lucha?, decía un trabajador de la división Toluca, mientras buscaba el cruce de Gómez Farías e Insurgentes, de donde partiría una larguísima marcha rumbo a la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, en la periferia de Azcapotzalco.
De pronto ya estaba formada la hilera en Insurgentes y los policías de tránsito no se daban abasto para atenuar las consecuencias de los cortes intempestivos a la circulación vehicular. Y como si fuera el primer día, los electricistas ya iban otra vez a paso rápido, con la intrepidez suficiente para zangolotear un taxi que pretendía cruzar a fuerza por donde iba la marcha.
Mujeres, niños y jubilados, muchos vestidos con sus camisas color caqui y pantalones de mezclilla con franjas fluorescentes se desahogaron frente a la sede del PRI: ¡Con este desmadre, el PRI chingó a su madre! ¡Ni un voto al PRI, ni un voto al PAN! La hilera fue larga (las policías capitalinas calcularon ocho mil participantes). Mismo objetivo, nuevos mensajes: CFE, contratistas y falsos electricistas; CFE te quedan grandes los pantalones de LFC para subirte a los postes. Por cierto, ¿cuántos muertos llevas?, arengaban durante la marcha.
Tres horas después llegaron a la JFCA a entregar documentos relativos a las demandas por despido injustificado y, sobre todo, promover la demanda del patrón sustituto.
Martín Esparza, líder del SME, anunció que el lunes, en la asamblea general, van a convocar a nuevas elecciones para que quede claro al gobierno que este sindicato tiene representación. Por lo pronto, la relación individual y colectiva sigue viva, sigue vigente, afirmó a quienes, ya entrada la noche, se decían dispuestos a seguir en lucha.

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