martes, 8 de diciembre de 2009

BOLIVIA, OTRO MUNDO ES POSIBLE

Por Ricardo Andrade Jardí
Seis de cada 10 bolivianos en edad de votar han decidido darle su voto a Evo Morales. Es una demostración más de que existe la posibilidad de transitar hacia nuevas formas de organización social que devuelven la dignidad y algo de justicia a quienes siempre fueron excluidos. Excluidos incluso de su propia historia. Más del 60e los votos para Evo Morales y el MAS. Los otros, menos de 40se dividen entre una oposición, a su vez, dividida y sin representación significativa.
El domingo 6 de diciembre se ha convertido en un día histórico. No sólo para Bolivia. Para el continente entero.
Desde el triunfo de Evo la derecha continental ha intentado reventar el espíritu de cambio que significa para ese país andino y para el continente entero Evo Morales.
No hay forma de olvidar a los seudo periodistas mexicanos intentando denigrar al “cocalero indio”, justamente, por su origen indígena. Como si ese origen fuera suficiente para desacreditar a quien cuenta con más del 60e las simpatías, pese a las campañas telecráticas en su contra, en un país que pese a su mayoritaria población indígena fue sometido, de cruel manera, a las más perversas formas de la explotación humana durante 500 años.
En Bolivia desde hace unos años se escriben algunas de las páginas más dignas de la historia latinoamericana contemporánea.
En esa geografía de alto relieve nace y renace la esperanza de que otro mundo es posible.
Un mundo donde la gente sea la forjadora de su propio destino y no la depositaria de un destino impuesto por la democracia de mercado que ahora arrastra al mundo por la peor de sus crisis, no sólo financiera, sino incluso ética y moral.
En Honduras, la derecha conservadora, de la mano del Vaticano, comandado por un nazi “por obligación” y la afroamericana Casa Blanca revientan el precario proceso democrático y luego de un golpe militar intentan el reconocimiento de una elección a todas luces ilegítima.
Es posible que los diferentes gobiernos del mundo reconozcan al nuevo impostor hondureño como presidente de una nación que no lo reconocerá nunca como su gobernante legítimo.
Para las democracias de mercado no es la voluntad popular lo que importa, sino los acuerdos comerciales, que nunca tienen nada que ver con la voluntad de los pueblos.
Dos imaginarios se dejan ver en nuestra América: el de los países que desde la base social han decidido transitar nuevos rumbos, al parecer, más amables y dignos y las de los países donde los gobernantes administran los intereses de ladrones empresarios locales y grandes capitales transnacionales que terminan por ser el verdadero poder político de esos países, ante una sociedad sometida por la enajenación telebasura, por la incapacidad de organización ciudadana, que no logra demandar y menos tomar lo que por justicia y derecho nos corresponde. Lo que ya es una realidad para Bolivia y su camino a otro mundo posible.

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