sábado, 24 de octubre de 2009

MÉXICO SA

Puras promesas incumplidas de los partidos políticos
Los regímenes especiales permanecen intocados
Carlos Fernández-Vega
El paquetazo 2010 sólo confirma la triste realidad de la perversa democracia electoral mexicana: para obtener el voto ciudadano, partidos y candidatos en campaña prometen hasta lo inimaginable, y en automático se comprometen con las mejores causas populares; concluido el molesto proceso electoral, ya con el registro garantizado y la constancia de mayoría en el bolsillo, partidos y candidatos rápidamente proceden en riguroso sentido contrario a lo ofrecido, y se apresuran a concretar jugosos acuerdos cupulares que ni por aproximación tienen que ver con la palabra empeñada.
No es novedad, cierto es, porque esa ha sido la práctica desde que acabamos con el monopolio del poder y decidieron que la cada día más onerosa democracia electoral había llegado para quedarse. Y allí están los resultados: un país que se desmorona, ciudadanos cada vez más desamparados, partidos cada más alejados de la sociedad, candidatos cada vez menos cumplidores y ambos cada vez más cínicos.
El paquetazo aprobado (madrugada del pasado 21 de octubre) con el voto favorable de 92 por ciento de los diputados presentes en San Lázaro (415 de 449 posibles, porque se registraron 51 ausencias) confirma el alcance de la democracia electoral: en campaña nutridas fueron las promesas y abundantes los compromisos a favor del pueblo, pero ninguno de los partidos, ninguno de los candidatos populares prometió y/o se comprometió a pasar a cuchillo a los electores, a incrementar los impuestos, aumentar los precios y tarifas del sector público o reducir los subsidios. Pero ya con el registro garantizado y la constancia de mayoría en el bolsillo, lo hicieron y con toda saña.
Salvo dos partidos políticos representados en San Lázaro (PT y Convergencia), todos los demás votaron mayoritariamente a favor del paquetazo 2010, y lo hicieron prácticamente sin modificar las pretensiones y obsesiones ciudadanicidas de Felipe El Rabioso. De los 415 votos a favor, 207 correspondieron a diputados priístas; 137 a panistas; 50 a perredistas; 13 a los autodenominados verdes-ecologistas; uno a un petista despistado y siete a los muchachos de Elba Esther. Sólo 24 legisladores se pronunciaron en contra (seis tricolores, ocho del PRD, siete del PT y tres de Convergencia), 10 se abstuvieron (seis del PRI, uno del PAN, tres del PRD) y 51 de plano no asistieron (18 del PRI, cinco del PAN, 10 del PRD, ocho verdes, cinco PT, dos elbistas y tres convergentes). Esa es la triste realidad de partidos y candidatos que no hace mucho se comprometieron con los electores a proceder exactamente en sentido contrario, y lo más grave de todo es que no existen mecanismos legales para que los ciudadanos actúen en consecuencia y destituyan a sus representantes.
En plena campaña por el voto ciudadano, ¿a qué se comprometieron los tres mayores partidos, por medio de sus respectivas plataformas electorales 2009-2012? Bueno, entre otras cosas a lo siguiente:
PAN: “las y los diputados se comprometerán a analizar la viabilidad de reducir el número de regímenes tributarios discriminatorios con el objeto de fortalecer las finanzas públicas… promover mayor equidad y proporcionalidad en la distribución de las cargas fiscales dentro de la sociedad mexicana… reducir la carga fiscal efectiva a la que están sujetos los ciudadanos… reformas para aumentar la capacidad recaudatoria de las entidades federativas y los municipios haciéndolos menos dependientes de los ingresos federales y corresponsabilizándolos con el desarrollo social de los mexicanos”. También para recordar: “impuestos simples y competitivos. Se promoverán las adecuaciones legales para que las personas físicas y morales paguen una menor tasa de impuesto sobre la renta y se cuente con un sistema sencillo de pago de impuestos… que el gobierno se ponga en los zapatos del mecánico que tiene su taller, del ama de casa que tiene su cocina económica, del abuelo que tiene una tienda de abarrotes. En pocas palabras, quiero facilitarle la vida a las micro, pequeñas y medianas empresas en México, porque son las que generan más empleo para los mexicanos…. condiciones verdaderas de competencia justa y sin privilegios… cambios (…) para mejorar el nivel de vida” (Felipe Calderón, 100 acciones para los primeros 100 días de gobierno).

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