lunes, 14 de septiembre de 2009

Salinas de Gortari: El Poder Tras el Trueno

Por Reporte Índigo
Publicado: Septiembre 12, 2009
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Si algo confirman los cambios en el gabinete del presidente Felipe Calderón, es que Carlos Salinas de Gortari se fortaleció como el poder tras el trono, como el hombre más poderoso de México.
Y que el actual gobierno prefirió ceder espacios políticos estratégicos para aliarse con la real politik mexicana con un solo fin: blindar la sucesión presidencial de 2012.
Una vez más, el desencanto electoral por los magros resultados de los gobiernos panistas eleva las posibilidades de que un gobierno de izquierda se instale en Los Pinos.
Ya sucedió en 2003, cuando la desilusión frente al cambio prometido por Vicente Fox devolvió al PRI su supremacía en el Congreso. Pero también impulsó al PRD y a Andrés Manuel López Obrador a adueñarse de las calles.
Hoy, en 2009, con un México más incrédulo, más desilusionado de sus políticos y con muy pobres resultados para enfrentar la crisis financiera global, la historia se repite.
Pero a diferencia de 2003, la izquierda está muy dividida. Y no es, hasta ahora, un solo personaje el que acapara los reflectores.
Al Andrés Manuel López Obrador de hoy le hacen contrapeso mediático Marcelo Ebrard y Los Chuchos... incluso el surrealista Juanito, el de Iztapalapa.
Pero al igual que en 2003, las disputas internas en el fortalecido PRI amenazan con minar su cohesión.
Otra división como la de Madrazo-Elba-Manlio-Montiel, pero ahora entre Paredes-Peña Nieto-Manlio-Gamboa, podría volver a dar respiración a los perredistas.
Bajo esa realidad hay que evaluar las tres nuevas designaciones en la PGR, Pemex y Agricultura. Los tres son personajes cercanos, alentados y propuestos por Diego Fernández de Cevallos y Francisco Gil Díaz, dos hombres afines a la idiosincrasia e intereses de Carlos Salinas de Gortari.
Pase lo que pase en la PGR, ya sea que confirmen a Arturo Chávez Chávez o decidan dejar a Juan Miguel Alcántara, al final del día será un socio-amigo de despacho o un compadre de "El Jefe" Diego el que tenga a su cargo la justicia en México.
En el caso de Arturo Chávez Chávez, los cuestionamientos parecen más serios. Sólo por citar un ejemplo, la resolución 044/1998 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) censuró su ejercicio como procurador de Chihuahua por su incapacidad para enfrentar el caso de las muertas de Juárez.
Ni qué decir de Pemex, a donde vuelve Juan José Suárez Coppel. Es el hijo pródigo de Francisco Gil Díaz, el secretario de Hacienda de Fox que pactó con Carlos Salinas, Roberto Madrazo y Elba Esther Gordillo la reforma fiscal foxista en la residencia del ex presidente priista.
La designación del que fuera director de Finanzas de Pemex en el sexenio de Vicente Fox provocó molestias incluso entre los mismos priistas. Francisco Labastida Ochoa dijo que el nuevo funcionario buscará privatizar la paraestatal. "Se escogió a una mala persona".
Y es que a pesar de su experiencia en Pemex, Suárez Coppel ya había sido rechazado por el Senado cuando fue propuesto como consejero independiente. La objeción: un historial de denuncias por convenios, negocios y licitaciones en el gobierno foxista en las que no sólo se habría visto presuntamente involucrado el mismo Suárez Coppel, sino también su hermano, de nombre Jaime, e incluso los hijos de Marta Sahagún.
No es diferente el panorama en Agricultura. Con Alberto Cárdenas o con Francisco Mayorga, los dineros del campo se manejan desde la Financiera Rural que dirige Enrique de la Madrid Cordero, hijo del ex presidente Miguel de la Madrid.
Y las decisiones cruciales se toman del brazo y por la calle de Heladio Ramírez y del linaje familiar heredado de Augusto Gómez Villanueva. Si acaso, el retorno de quien fuera el secretario de Agricultura del sexenio foxista no viene sino a ratificar que el presidente Calderón está buscando respetar los espacios políticos del foxismo y El Yunque.
Aunque se habla de que todavía están por anunciarse nuevos cambios en secretarías como Economía y eventualmente Hacienda, el esperado "golpe de timón" terminó convertido en una vuelta al pasado.
El mismo pasado con el que en 2006 el entonces candidato Felipe Calderón debió aliarse para sacar adelante su triunfo frente a la amenaza creciente que significaba López Obrador. El mismo pasado que hoy, en 2009, promete al presidente Calderón la estabilidad necesaria no sólo para terminar sin sobresaltos su sexenio, sino para garantizar una sucesión que no debilite o trastoque el statu quo.


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