lunes, 10 de agosto de 2009

El Fracaso Neoliberal de Calferón y Estados Unidos

Por la Escuela de Cultura Popular de la OPC-CLETA *
Existen por lo menos dos elementos para reconocer que México se encuentra ya en un estado de guerra y crisis generalizada: el incremento atroz de la violencia entre narcos y militares, de la mano del incremento -también atroz- del desempleo y la pobreza generada por décadas de gobiernos neoliberales. ¿Estamos exagerando?
En el mes de julio fueron asesinados 850 personas relacionados con la “guerra contra el narcotráfico”. El balance no sólo es negativo, sino desastroso: tan sólo en este año han sido asesinados 4000 personas y en lo que va del gobierno de Calderón la cifra asciende a 13,000 acribillados por violencia relacionada a las drogas. Por supuesto el discurso oficial (en voz de Televisa y TV Azteca) plantea que estas muertes “son el costo” por quitar la droga de “tus hijos”.
Pero sería bueno recordar que han bastado la mitad de estos números, es decir 5000 soldados estadounidenses muertos en Iraq y Afganistán, para que la población de aquel país aceptara la derrota y por lo tanto destituyeran del gobierno a Bush y su fracasada guerra.
La visita de Obama a nuestro país la próxima semana, debiera recordarnos que el problema con el narco es que la droga siempre llega a los hijos de los estadounidenses, quienes representan los principales consumidores y clientes del narco. Así que mientras los cárteles mexicanos se enriquecen con los dólares estadunidenses, el gobierno de aquel país se lava las manos de los muertos mexicanos que provoca su consumo.
Estas terribles cifras de “mexicanos acribillados” no impedirán que Obama ratifique el discurso triunfalista de Calderón, con todo y que la droga de los capos mexicanos sigue llevando a los hijos estadounidenses o que pronto tendremos más millones de jóvenes que además de ser adictos carecen de educación, empleo o esperanza.
A los hijos de los mexicanos seguirán llegando las llamas de incendios impunes y las políticas neoliberales que dejan sin universidad ni trabajo a millones de jóvenes.
A nuestros hijos les llegaran las balas de militares o narcos, quienes obedecerán las órdenes de gobernantes o capos lo suficientemente poderosos para quedar impunemente ricos y limpios de esa sangre.
Bajo esta montaña de cuerpos descuartizados de mexicanos, el gobierno calderonista anunció que México no sólo está en recesión, o sea en caída macroeconómica, sino que ésta será del 10 % del producto interno bruto.
No necesitas ser experto para conocer los efectos cotidianos de estas cifras: menos producción significa menos trabajo lo que lleva a menos dinero en tus bolsillos, y por lo tanto más hambre, más preocupaciones, más deserción escolar, más desesperación, más violencia, más drogas.
Si la guerra contra el narcotráfico es el efecto del consumo de drogas en Estados Unidos, algo similar ocurre con la situación económica: nuestra economía depende de que ellos consuman nuestros productos y que no paren de explotar a nuestros millones de mojados.
Pero el punto es que la droga sigue llegando a los hijos de ambos países, y la economía mexicana sigue cayendo mientras aumentan los miles de muertos por balas e incendios. Entonces ¿cómo es que millones de mexicanos siguen creyendo que la guerra contra el narco y contra la pobreza se va ganando?
Basta ver los periódicos para corroborar que han fracasado tanto la guerra contra el narco, como el modelo económico neoliberal de Calderón.
Aunque las muertes por narcos y la caída de la economía mexicana se manejan como dos noticias independientes, son realidad dos caras atroces de una misma moneda: La pobreza, el desempleo, y la desigualdad generan violencia y desesperación que orillan a “nuestros” hijos a consumir drogas o a venderlas.
Ni el gobierno de Calderón ni el de Obama, han impulsado una verdadera acción o estrategia para luchar contra estas causas, por una sencilla razón: eliminar estas causas implicaría que la clase política y empresarial abandonara sus privilegios, comodidades y creencias capitalistas. De hecho, el estado de guerra y desastre parece convenir a los gobiernos porque de este modo logran generalizar miedos sociales que inmovilizan las protestas y afirman la creencia de que las instituciones represivas son “necesarias”.
La pregunta entonces, amable lector, no debe ser ya dirigida hacia ellos, sino hacia ti mismo: ¿cuántos muertos de balas, hambre y desempleo deben seguir para que el pueblo diga basta?¿Cuántas horrorosas noticias debes leer o escuchar para aceptar que la guerra de Calderón, como sus políticas neoliberales son un fracaso?
Si piensas que son suficientes muertos y suficiente pobreza para reconocer esto, entonces has dado el primer paso. El siguiente será el de hacer que la mentira de la televisión y la apatía no llegue a tus hijos. El siguiente será el declararle la guerra (con razones, ideas, organización y acciones) a los que llevan el hambre y la desesperación a tus hijos. Para esto se requiere la unidad entre vecinos y compañeros de trabajos y la conciencia de que aunque sea un pequeño paso, será siempre el punto de partida para propuestas más concretas como son la re-estructuración política y económica de los barrios, delegaciones, municipios, estados, donde el pueblo luche contra sus propios vicios y contra sus propios enemigos.
Cabe recordar que ese fue el paso que dieron Hidalgo, Morelos, Villa y Zapata, aquellos mexicanos tan “sonados”… pero tan profundamente incomprendidos.*esculturapopular@yahoo.com.mx , www.opcescuela.org

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