Arturo Rodríguez García
Mientras los gobiernos federal y estatal de Nuevo León se han visto rebasados por el poder del narcotráfico, más de dos decenas de municipios continúan sin nombrar a sus jefes policiacos. Peor aún, en la muerte de civiles durante los enfrentamientos a balazos que sacuden a la entidad ha jugado un papel preponderante la falta de coordinación entre los tres niveles de gobierno, el Ejército y la Armada. El viernes 4, esta última institución, sin notificarlo a
las demás, decidió actuar por su cuenta en un hecho con desenlace sangriento...
MONTERREY, NL.- El poder de fuego del narcotráfico y el nivel de violencia –con varios asesinatos, enfrentamientos y ataques a instalaciones policiacas– se mantienen aquí pese a la captura de los presuntos líderes regionales de esos grupos criminales.
Las balaceras ocurridas el viernes 4 de diciembre, en las que murieron al menos 15 personas, entre ellas dos civiles, fueron una de las acciones más virulentas del año y también una de las más representativas del poder criminal:
En respuesta al operativo a raíz del cual murió Ricardo Almanza Morales, El Gori 1, un grupo de pistoleros mató a dos agentes federales y liberó a 26 detenidos en una casa de arraigo federal, entre los que se encontraba Juan Carlos Martínez Hernández, alias El Camaleón, presunto jefe de Los Zetas en Guadalupe, el segundo municipio con mayor población de la entidad.
Aunque las estadísticas correspondientes a 2009 registran menos asesinatos relacionados con el narco que los ocurridos en otras zonas del país –oficialmente se calcula que ha habido 70 este año en la entidad–, la espectacularidad de las acciones delictivas, atribuidas principalmente al grupo de Los Zetas, ha desbordado las estrategias de los gobiernos estatal y federal.
Así, el 6 de enero fueron atacadas las instalaciones de Televisa Monterrey, y posteriormente un grupo de pistoleros persiguió a mandos de la Policía Federal que se refugiaron en la sede de la corporación, hasta donde llegaron los sicarios y la rafaguearon; además, los penales de Cadereyta, Monterrey y Apodaca fueron escenarios de confrontaciones provocadas por Los Zetas.
Al siguiente mes, en febrero, contingentes organizados por el narcotráfico tomaron las principales avenidas para protestar contra los operativos del Ejército, y ese mismo mes fue asesinado, en Cancún, el general brigadier Enrique Tello Quiñones, en una acción atribuida a Octavio Almanza, El Gori 4. (Coincidentemente, el asesinato del general brigadier Juan Arturo Esparza García fue atribuido a Ricardo Almanza, El Gori 1.)
Aunque la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) detuvo en marzo a Sigifredo Nájera Talamantes, El Canicón, presunto jefe de Los Zetas en la zona metropolitana, así como a su homólogo de los Beltrán Leyva, Héctor Huerta Ríos, La Burra, la violencia fue reanudada por sus relevos.
Rodolfo López Ibarra, El Nito, fue detenido el 19 de mayo, y Omar Ibarra Lozano, El 34, quedó igualmente privado de su libertad el 26 de junio. Ambos fueron identificados por el Ejército como miembros de la organización de los Beltrán Leyva. A cargo de estas fuerzas habría quedado Héctor Saldaña, quien apareció muerto en la Ciudad de México el 31 de octubre, lo que desató una polémica porque el alcalde de San Pedro, Mauricio Fernández Garza, había anunciado este crimen horas antes de que se encontrara su cuerpo.
Por el grupo de Los Zetas, la Sedena detuvo el 9 de agosto a Juan Daniel Carranco Salazar, El Comandante Coloso, e informó que era presunto jefe en la zona y había participado en el ataque al consulado de Estados Unidos y a Televisa Monterrey.
El Comandante Coloso había escapado el 5 de mayo de un operativo militar, con la ayuda de patrulleros de San Nicolás de los Garza que enfrentaron a tiros a los soldados y quienes días después realizaron bloqueos de avenidas para interceptar un convoy militar que había detenido a una policía cómplice del capo. Inclusive, la Sedena le atribuyó participación en el asesinato del político tamaulipeco Juan Antonio Guajardo Anzaldúa, ocurrido el 29 de noviembre de 2008.
Otro crimen ampliamente difundido y comentado fue el asesinato de la famosa abogada Silvia Raquenel Villanueva Fraustro, perpetrado el domingo 9 de agosto, sobre el que hasta ahora no se han dado a conocer resultados de la investigación ni se ha atribuido a alguna organización criminal.
Por si fuera poco, el 4 de noviembre fue acribillado en García, Nuevo León, el general brigadier Juan Arturo Esparza García, un importante militar retirado que tenía tres días de haber asumido la Secretaría de Seguridad Pública de ese municipio y se convirtió en el segundo brigadier que, inmerso en tareas policiacas, ha sido asesinado en el sexenio de Felipe Calderón.
No fue sino hasta las balaceras del viernes 4 cuando oficiales militares aseguraron que Ricardo Almanza Morales, El Gori 1, era el encargado de Los Zetas en Nuevo León y un cercano colaborador de Heriberto Lazcano.
Este es un extracto del reportaje que se publica en la edición 1728 de la revista Proceso que empezó a circular el domingo 13 de diciembre.
domingo, 13 de diciembre de 2009
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