2010-01-04
Por Ricardo Andrade Jardí
Ahora que los mexicanos, gracias a los últimos gobiernos de usurpación, desde el priísta chupacabras de Salinas hasta el desgobierno chatarra de Fecal, hemos hecho nuestros los miedos del imperio, cerramos las puertas a los “sospechosos” señalados por los agentes gringos que desde hace tiempo controlan los aeropuertos mexicanos, los que nuestras “patrióticas” instituciones han cedido, como lo han ido cediendo todo.
No es sólo el petróleo o los recursos naturales en general, lo que los adiestrados y neoliberales mexicanos han ofrecido, sino que poco a poco iremos descubriendo cómo nuestras vidas están ya bajo el control de las paranoias imperiales.
Si los invasores degenerados de Estados Unidos se sienten amenazados, el mundo entero entra en crisis. Las medidas en los aeropuertos del mundo se rigen por los miedos de los invasores.
Pero si los invasores tiran toneladas de bombas sobre objetivos civiles el mundo cierra los ojos y los menos hipócritas hacen un llamado de atención siempre en los términos de lo políticamente correcto. Miles de ejecutados al año, cadenas enormes de IMPUNIDAD, complejas redes de corrupción azotan todos los rincones de la vida política y empresarial de México, tráfico de inmigrantes, incalculables crímenes de odio y de género, turismo de abuso sexual e injustificables silencios de complicidad son los cimientos de un imaginario enajenado en la idea de competitividad individual y carente de subjetividades éticas.
Y, no nos engañemos, son solamente algunos de los costos que a la sociedad mexicana se “obliga” a “vivir”, mientras mantenga activo al sistema financiero impuesto, que garantiza que nuestro narcoestado sea el que provea que la dosis de droga tolerada por la “democracia imperial” llegue a su destino para mantener intoxicados a los Homero Simpson en la falacia de su “americana forma de vida”, hoy en riesgo, no por los “terroristas musulmanes”, sino por la estupidez y la prepotencia de suponer que un sistema económico pretendidamente “infinito” sería eterno en un ecosistema finito.
La crisis financiera que anuncia la caída del capitalismo es ya inevitable. Lo que no deja de ser increíble es el afán de nuestros “dotados” e impuestos políticos por querer salvar lo insalvable. Su adiestramiento perverso es, sin duda, exitoso para el imperio.
El asunto es: ¿cuántas atrocidades más estamos dispuestos a soportar los mexicanos? ¿Cuántas familias de origen iraquí serán expulsadas por los agentes extranjeros en nuestros aeropuertos? ¿Cuántos ejecutados más puede soportar el pueblo mexicano? ¿Qué tan dispuestos estamos a hacer nuestras las guerras de exterminio neocolonial del decadente imperio? Que, de todas maneras, está ya condenado a su fin...
Acaso el 2010 no debería ya iniciar con la legalización del consumo para detener la falsa guerra contra el narcotráfico y para terminar con las redes de complicidad institucional, que toleradas son, porque son la garantía de que la mercancía llegue a los adictos ciudadanos del imperialismo vecino.
Muchas son las cosas que hay que modificar. Pero entre las más urgentes está la de poner fin a la política de intervención del Estado en la vida privada. Y, por otro lado, igual de urgente, es imprescindible el cambio en el rumbo económico, que está demostrado que no es más que un rotundo fracaso.
lunes, 4 de enero de 2010
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