Los de Fox y Calderón, los peores gobiernos en 80 años
Segunda década perdida para el país
Carlos Fernández-Vega
Delirante, el calderonato hace hasta lo impensable por hundir en la miseria al mayor número posible de mexicanos (6 millones adicionales sólo en su primer bienio de estancia en Los Pinos), y con el panismo clerical se aferra a no dejar ir el galardón como el peor gobierno, junto con el de Fox, en 80 años, incluido el de Miguel de la Madrid. Es la segunda década perdida para el país (la del arranque del siglo XXI), mucho más profunda que la primera (la de los 80, en plena crisis de la deuda externa y el arribo del neoliberalismo).
El panismo llega a su décimo año consecutivo en la residencia oficial, y más allá de rosarios, crucifijos y buenas conciencias nada ha procurado en favor de los mexicanos. El peor resultado, producto de los peores gobiernos, entre los peores. A punto de montarse en el Ipiranga, Porfirio Díaz dejó tras de sí una década, la primera del siglo XX, con una tasa anual promedio de crecimiento económico de 3.31 por ciento. Cómo estará la cosa, que la dupla Fox-Calderón apenas si libra uno por ciento anualizado.
El cambio (Fox) con continuidad (Calderón), presumido por el panismo, ha sido un estrepitoso fracaso en lo político, lo económico y lo social. Por abajo del infausto resultado blanquiazul, sólo se registran los resultados históricos en la segunda y tercera décadas del siglo XX, con el país convulsionado por el movimiento revolucionario, la guerra cristera –de la que se ufana ser heredero el actual inquilino de Los Pinos– y la hecatombe económica de 1929, lo que ni de lejos sucedió en la bonanza petrolera del foxiato ni el navío de gran calado del calderonato.
En el periodo 1911-1920 la tasa anual promedio de crecimiento económico a duras penas alcanzó 0.21 por ciento, mientras en 1921-1930 el indicador se redujo a 0.20 por ciento, lo que resume 20 años de convulsión política, económica y social, de reacomodos, de guerra y crisis externa (Calderón dixit), carentes de bonanza petrolera, histórica inversión extranjera, boyante planta productiva, exportaciones sin límite, finanzas públicas sanas y demás bellezas presumidas por los neoliberales. En resumen, nada con qué responder en las citadas dos décadas del siglo pasado, es decir, todo lo contrario a lo registrado en la primera del siglo XXI, los tiempos de cambio con continuidad.
La dupla Fox-Calderón, el panismo institucionalizado, prometió todo e incumplió todo, y decididamente va por más. En el periodo 2001-2009 el resultado económico es desastroso: el crecimiento anual promedio va de 1.03 a 1.13 por ciento (depende de si la economía mexicana se hunde 7 u 8 por ciento en 2009), algo no registrado en 80 años. Ahora que si el balance se limita al primer trienio calderonista en Los Pinos, entonces el desplome va de 0.83 a 1.17 (ambas, obviamente, cifras negativas).
En la primera década perdida –los años 80– la tasa anual promedio de crecimiento fue de 1.9 por ciento, el peor resultado –hasta la llegada del panismo a Los Pinos– de la dictadura neoliberal mexicana. En la segunda, la de la dupla Fox-Calderón, el balance es infame: de 1.03 a 1.13 por ciento, en el mejor de los casos. Pero aún en el supuesto, y sólo eso, de que en 2009 la economía mexicana hubiera registrado un incremento de 3 por ciento (como originalmente estimó el doctor catarrito, hoy en funciones de gobernador del Banco de México), la tasa anual promedio en el cambio con continuidad aún resultaría menor (2.3 por ciento) a la registrada en los años 90, la cual tampoco fue para presumir.
Ya con el México moderno encarrilado e integrante del primer mundo (Salinas de Gortari dixit, y de pilón la perorata zedillista), la pujante cuan envidiable economía mexicana apenas si promedió anualmente 3.51 por ciento de crecimiento económico (con todo y crisis de 1995), una proporción a todas luces insuficiente para atender las urgencias nacionales (no así los intereses oligárquicos, porque es al principio de este periodo cuando por primera vez los orondos magnates nacionales aparecen en Forbes y son presumidos como muestra inequívoca de los bien que marcha el país), equiparable a la reportada en el México de los años 40 y prácticamente la mitad con respecto al avance anual registrado de 1951 a 1980. El raquítico logro de los años 90 se dio a pesar del desmantelamiento del aparato productivo del Estado (léase privatización) y, se supone, el río de dinero que implicó –también es suposición– para el erario.
En el repaso histórico, y superada la convulsión 1911-1930 (con su 0.2 por ciento de avance), la tasa anual promedio de crecimiento económico mexicano se registró de la siguiente forma: 1931-1940, 3.36 por ciento; 1941-1950, 5.98 por ciento; 1951-1960, 6.14 por ciento; 1961-1970, 6.48 por ciento, y 1971-1980, 6.71 por ciento. A partir de ese año todo ha sido escalera para abajo, con un creciente costo social.
Así, el periodo 1951-1980 se ubica como el mejor en términos económicos para México, con una tasa anual promedio de 6.45 por ciento, un sueño a estas alturas, porque con el arribo del neoliberalismo (Miguel de la Madrid-Felipe Calderón) tal indicador cayó a 2.17 por ciento, apenas una tercera parte del avance logrado en el lapso citado. Lo peor del caso es que nada apunta a una mejoría. Por el contrario, los resultados de la dictadura neoliberal han ido de mal en peor, por mucho que el actual cuenta cuentos de Los Pinos suponga que en el año 2050 seremos la cuarta economía mundial.
Ahora que vienen las fiestas por el bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución, para el registro queda el comparativo entre la última década de Porfirio Díaz (con un crecimiento anual promedio de 3.31 por ciento) y la primera del siglo XXI, con la dupla Fox-Calderón y el panismo institucionalizado en Los Pinos (1.03 a 1.13 por ciento). Entonces, si alguien sabe dónde quedó el crecimiento y el desarrollo de México, favor de notificarlo a la brevedad. Ciento siete millones de personas y el futuro nacional lo agradecerán profundamente.
Las rebanadas del pastel
Bienvenidos a 2010, el año de la recuperación de la crisis externa. Sigue la feria de precios en bienes y servicios del sector público. Agreguen el incremento en tarifas eléctricas al ya de por sí voluminoso inventario. Como van las cosas y para vivir mejor, el gobierno calderonista insiste en que los mexicanos se alumbren con velas y guisen con leña, recurran al trueque, recolecten frutos de la madre natura y cacen con piedras, porque el arco y las flechas también subieron de precio.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
lunes, 4 de enero de 2010
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