jueves, 17 de diciembre de 2009

La lucha del SME y la extinción de Luz y Fuerza del Centro

J. Alejandro Robledo F.

“No se prende un foco, no funciona una fábrica, no se mueve un país,
sin el amable favor del obrero y el trabajador”

Este pensamiento fue el primero que recordé la noche del 10 de octubre, tan lógico, simple y contundente, que resume lo que a muchos nos parece el papel que juegan los trabajadores en una sociedad y en una nación. Esta frase la he escuchado desde mi infancia, y nunca me deja de sorprender como nuestra clase política y empresarial actúan como si los trabajadores fueran el último eslabón de las relaciones económicas y sociales; explotándolos, golpeando sus organizaciones y privándolos de sus derechos y conquistas laborales, que muchas luchas han costado.

El pasado 10 de octubre los mexicanos fuimos testigos de un golpe más a la clase obrera mexicana. A medianoche, cuando nadie lo esperaba, Felipe Calderón decretó la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LyF), empresa de energía eléctrica paraestatal que prestaba servicio a los estados del centro de la república y al Distrito Federal, con más de 44 mil trabajadores que pertenecen al SME (Sindicato Mexicano de Electricistas).

El decreto de extinción vino acompañado de la toma violenta de las instalaciones de LyF por la Policía Federal Preventiva, organización de militares vestidos de policías, que por órdenes superiores emprendieron una nueva guerra, ahora contra los trabajadores.

La justificación oficial fue la inoperancia de la compañía y su incosteabilidad económica, ya que según el gobierno y los medios de comunicación: “Luz y Fuerza costaba a los mexicanos 42 mil millones de pesos anuales, era una empresa ineficiente pues el sindicato gozaba de grandes privilegios”.

Es claro que las verdaderas razones para desaparecer LyF van más allá de estas justificaciones. El golpe era contra el SME, sindicato de tradición nacionalista que se oponía a la política de privatizaciones. Este sindicato es de los principales defensores de la soberanía nacional sobre los energéticos. Fue al SME al que Calderón golpeó montado en su policía y dejando en la calle a 44 mil trabajadores y sus familias.

Después de asestado el golpe, el gobierno a través de los grandes medios de comunicación, lanzaron una campaña de desinformación, dirigida a todos los mexicanos pero sobre todo a la clase media, para legitimar su acción y lanzar a la población contra los trabajadores. Estrategia bien dominada por la reacción para legitimar golpes.

En esta campaña mucho se ha dicho que el SME hacia incosteable a la compañía; que las tarifas de la energía eléctrica de LyF eran caras a causa de los trabajadores; que la energía que vendía LyF la compraba a un alto costo a causa de la corrupción del sindicato; que LyF operaba con pérdidas económicas debido a que los sindicalizados eran ineficientes hasta para cobrar la luz.

Estos argumentos que le parecieron razonables a muchos mexicanos, enseguida se desmintieron: del total de los 42 mil millones de pesos que costaba la operación de LyF sólo 6 mil millones eran para pagar las prestaciones del contrato colectivo de trabajo, que fue modelo para los contratos de otros sindicatos mexicanos y latinoamericanos, pues consagraba realmente los derechos laborales de los agremiados, y le daba beneficios reales a las familias de los trabajadores. Éstas eran conquistas ganadas a lo largo de años de lucha, no privilegios, los cuales deben ser el referente de las condiciones laborales de la clase trabajadora mexicana. Un ejemplo de organización obrera.

De los 42 mil millones que se gastaba en la operación de LyF, casi 24 mil millones eran para subsidiar empresas por ordenes de los administradores, entre las que se encuentran: TV Azteca, Televisa, Periódico Reforma, hoteles, cadenas de tiendas e industrias pesadas trasnacionales de los corredores industriales de Ecatepec, Neza y Tlalnepantla. Muchas de estas empresas no pagan luz y otras tienen subsidio gubernamental y pagan 76 centavos por kilovatio-hora, mientras una casa lo paga 1.78 pesos.

Los restantes 12 mil millones de pesos los destinaba LyF a la compra de energía eléctrica a la CFE, que vendía sobrevaluado el flujo eléctrico por para favorecer a los productores privados de energía que a su vez le venden a CFE, todo esto por decisión del gobierno, pues el SME no administraba LyF, los administradores eran nombrados por el Presidente y el Secretario de Energía, debido a que era una empresa paraestatal.

Aunque el SME, con pruebas, desmintió al Gobierno Federal y a sus voceros, el Presidente no dio marcha atrás su decreto, pues atrás de la extinción de LyF hay intereses que quieren quedarse con el negocio de la fibra óptica, que está siendo disputado por empresas mexicanas y españolas. LyF tiene un tendido en todo el centro de la República de fibra óptica a través de la cual se pueden transferir datos y vender el servicio de telefonía, internet y televisión, negocio que representa 8 mil millones de dólares anuales. Este gran negocio será entregado a empresas extranjeras, principalmente españolas, como Movistar.

Otra causa de la extinción de LyF y del SME, es la reforma laboral que está impulsando los grupos económicos a través de las cúpulas partidistas. Esta reforma laboral pretende hacerse para satisfacer los intereses de la oligarquía en donde se contempla ampliar los horarios de trabajo, eliminar los contratos colectivos, pagar por horas, reducir las prestaciones laborales y prohibir los sindicatos. Esta es la “Reforma Wal Mart”, llamada así porque es la forma en que opera la cadena de tiendas de autoservicio estadounidense en nuestro país. El SME era de los sindicatos que se oponían a esta reforma que ya está siendo cabildeada entre los dirigentes de los principales partidos

Con el decreto de extinción de LyF se continúa la desnacionalización para paulatinamente privatizar el sector energético nacional, como se ha hecho con PEMEX y los contratos de servicios múltiples (CSM), a través de los cuales las empresas privadas pueden explotar el petróleo y después venderlo al gobierno; o como los contratos de generación de electricidad que tiene la Comisión Federal de Electricidad (CFE) con los empresas privadas, como General Electric, que ya están produciendo y vendiéndole al gobierno el 30 por ciento de la energía que se consume en nuestro país; o como los contratos de explotación del gas con los cuales la ganancia de la explotación del gas no asociado con el petróleo se está transfiriendo a las matrices de empresas extranjeras. A pesar de ser contratos inconstitucionales, son solo muestra de cómo la cúpula política mexicana siguen haciendo negocios al amparo del poder y otorgándole concesiones a los grandes capitales nacionales y extranjeros.

Ante la extinción de LyF y el golpe a su sindicato, el SME, hubo algunos pronunciamientos de apoyo de ciertos sectores de la izquierda mexicana, pero las cúpulas partidistas se desentendieron, los sindicatos y centrales oficialistas hicieron mutis ante el artero hecho, la clase politiquera aplaudió el decreto de Calderón pues ya habían acordado con él la aprobación del decreto, sin importarles que está de por medio la soberanía nacional.

Por otra parte, el gobierno federal quiso aprovechar el desempleo de los electricistas al ofrecerles liquidaciones superiores a las de la ley en un afán de anularlos en la lucha del sindicato, aun así, en el DF y en el centro del país es común ver amas de casa, colonos, obreros y una gran cantidad de estudiantes del Politécnico y de la UNAM en las concentraciones del SME, organizando brigadas de información y colecta de alimentos para las familias de los trabajadores despedidos que no han aceptado su liquidación.

Desde su fundación en 1914, el SME ha estado presente en todas las luchas reivindicatorias de nuestro país: Estuvo al lado del Gral. Lázaro Cárdenas cuando nacionalizó el petróleo, apoyó a Demetrio Vallejo y a la lucha de los ferrocarrileros en 1958, acompañó a los estudiantes cuando fueron masacrados por Gustavo Díaz Ordáz y Luis Echeverría en 1968 y 1971, ha estado con los mineros, obreros, colonos, campesinos, indígenas y maestros en sus luchas, y con la izquierda en sus batallas; es el SME el que se ha movilizado para impedir que se entregue la soberanía nacional a intereses extranjeros.

Hoy se debe estar del lado del SME por reciprocidad, por compromiso histórico, y porque una cosa es indudable: Si pierde el SME, pierde la clase trabajadora de México…

alexrobledof @hotmail.com





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