Sique
Por intereses que tienen que ver con lo mismo, la lucha por un país, ya no digo mejor, sino por un país, a secas, ya que ni eso tenemos en México, me separé de las noticias en los últimos cuatro días. Vuelvo hoy a conectarme. Lo mismo.
Si más mexicanos y mexicanas tuvieran un tantito, un tantito más, de conocimientos sobre lo que significa el capitalismo, sobre lo que ha acontecido hasta el cansancio no sólo en América Latina sino en todo el mundo desde los años 70, este México ¿nuestro? podría transformarse.
Pareciera que las noticias y lo que se discute pertenecieran a la época de los 80 ó los 90, así de atrasados estamos. Por más que López Obrador repita de qué se trata esto, parece que todavía muchos, enfrascados en su ignorancia televisiva y radial, no entienden qué pasa. "Es el neoliberalismo, estúpido." Lo que escriben los analistas que saben cual es la situación pareciera plática plana. Pero parece que no lo es, lo único malo es que sólo lo leen quienes ya lo saben, el resto está en la luna o dando "su punto de vista" que es bastante estrecho por la ignorancia que impera en nuestra sociedad, más que nada en la clase media (salvo honrosas excepciones). Da risa cuando en las discusiones salen con que "no todos pensamos igual". Se olvidan que el pensamiento sobre un tema político, social y económico requiere de conocimientos, porque si deviene de lo que la tele y el radio repiten hasta el cansancio, a eso no se le llama pensar, se le llama repetir, por cierto, puras necedades. Ahora si proviene de lo que la ideología dominante a programado en mentes vacías y en espíritus pobres y egoístas, mucho peor.
El capitalismo ha llegado a la fase que tenía que llegar, pues semejante sistema va cultivando los antivalores y la enajenación para que cada vez más el capital se concentre en unas cuantas manos y cientos de millones se hundan en la pobreza. Dentro de ese plan está el desmantelamiento de los sindicatos, ya no entremos en detalles.
Ya hace unos años muchos países lo han entendido, el plan del diabólico Milton Friedman, quien debiera estar en el infierno si éste existiera, es: privatizaciones, desregulación de los precios y recorte del gasto social. En resumidas cuentas que se muera la mitad de la humanidad, mientras que la otra se convierte en esclava de los pocos que poseen el mundo. Lo que resulta deprimente es que cuando en América Latina ya se saben esa lección, en México estemos todavía metidos en discusiones bizarras. Cuando ya el neoliberalismo ha dado suficientes muestras de que es una canallada porque lo único que causa es sufrimiento y muerte, en México muchos siguen pensando que es la salida; cuando el neoliberalismo está ya fuera de moda, el usurpador sigue contándonos sus fórmulas obsoletas y la gente duda si tendrá razón; cuando el neoliberalismo es repudiado por quienes en el mundo tienen dos dedos de frente, aquí se le sigue implementando.
Resulta que las dolorosas experiencias por las que ha pasado América Latina y nuestro propio país no nos han servido de mucho. Cuando la mayoría de los latinoamericanos están saliendo de la "larga y oscura noche neoliberal" (Correa dixit), nosotros todavía estamos inmersos en ella, y lo peor de todo, sin darnos cuenta, discutiendo cuestiones que ya tendríamos que haber aprendido. ¿Tendremos que sufrir la dictadura militar, la tortura, las desapariciones y los genocidios que se han dado en Centroamérica y en Sudamérica para entonces comenzar a despertar? ¿Seguiremos bebiendo el veneno de los merolicos televisivos y radiales que son una bola de mediocres que ya sea por estupidez o por el pago que reciben de sus jefes oligarcas difunden comentarios e "ideas" de los que ellos mismos serán a la larga víctimas?
Ojalá mexicanos y mexicanas despierten antes de que sea demasiado tarde. Ojalá estudien y dejen de discutir cuestiones que ya han sido trascendidas. "¡Es el neoliberalismo, estúpido!"
Si persistimos en grillas, fracturas internas, envidias y egoísmos, no vamos a sobrevivir. Si no nos unimos contra el verdadero enemigo, la situación va a empeorar para todos y todas. ¿Será que necesitamos que el agua nos llegue a la barbilla para darnos cuenta de que nos estamos ahogando? Si eso se requiere, pues que así sea, pero qué doloroso será para nuestr@s hij@s y nuestr@s niet@s. El recuerdo que tendrán de nuestra generación será vergonzoso.
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