Sustento, ruta y destino, candidatura ciudadana
IV Distrito, Coahuila
Rosa Guadalupe Bermea Maynez
SUSTENTO
El proceso electoral del 2006 para elegir presidente de la república ha sido, por el resultado del mismo, uno de los mas cerrados en cuanto a diferencia entre el primer y segundo lugar en número de votos obtenidos, ha sido también uno de los mas asimétricos, aquí, un conglomerado social, un anhelo, la esperanza, allá, el poder, el dinero, el privilegio.
La contienda electoral polarizó a la sociedad y en una espiral de denuestos, calumnias y ataques personales, se diluyó la esencia, el contenido y la propuesta de dos proyectos de país claramente definidos y contrapuestos, uno que apuesta al cambio real, a la instauración de una patria más justa, más igualitaria, democrática, frente a la que se aferra a mantener los privilegios de unos cuantos , la que concibe la presidencia gerencial al servicio de los poderes fácticos, la del vano discurso del ficticio progreso.
La actitud parcial y complaciente de las autoridades electorales, un dictamen cuestionado y miope de la máxima instancia electoral, la injerencia ilegal de Vicente Fox en el proceso, el activismo del clero y del Consejo Coordinador Empresarial en contra de la opción que representaba la Coalición por el Bien de Todos, PRD, PT y CONVERGENCIA, fueron un duro golpe para nuestra incipiente democracia, un retroceso y una imprudencia, las consecuencias se reflejan en la terca realidad que desmiente el discurso triunfalista del gobierno , la inseguridad y violencia, el estancamiento y retroceso de la economía, marginación, pobreza, migración, apático desdén de una sociedad agraviada.
En este contexto se conforma un movimiento social de izquierda que agrupa a ciudadanos de todos los estratos económicos y culturales del país, un movimiento con una clara vocación pacifista, organizado y militante, con un liderazgo responsable y patriota del Lic. Andrés Manuel López Obrador.
Las diversas etapas por las que ha transitado este movimiento ha fortalecido en todos nosotros el deseo de cambio, la esperanza de un país más justo e igualitario, la certeza de que mas temprano que tarde lograremos nuestro gran objetivo, una patria para todos.
La estrategia empleada por el gobierno federal para minar y debilitar este movimiento, ha consistido además de la descalificación, en la burda repetición de que no representamos a nadie, de que somos unos cuantos, que estamos divididos, que no tenemos ya ni siquiera partido.
En esta coyuntura nuestro movimiento impulsa candidaturas ciudadanas a diputados federales para el proceso del 5 de julio del 2009, arropados por el Partido del Trabajo y Convergencia por la Democracia, partidos que han demostrado congruencia con el movimiento, lealtad a sus principios y apertura a estas candidaturas.
Estas candidaturas pretenden romper el esquema viciado de cuotas y seudoequilibrios que con un discurso hueco y demagógico ha llevado al poder legislativo al descrédito y a la falta de representatividad.
Las maniobras legislativas responden por lo general a acuerdos cupulares entre el gobierno federal y las cúpulas partidistas para beneficiar invariablemente a los mismos de siempre, los rescates, conversión de deudas privadas en deudas públicas, las privatizaciones, el canje de impunidad, los desafueros.
El acceder a una curul en la cámara de diputados lejos de responder a una genuina vocación de servicio, se ha transformado en un peldaño o eslabón para el logro de fines personales o de grupo, llámense gubernaturas, senadurías o puestos en la alta burocracia, la discusión de las ideas, la búsqueda de acuerdos que beneficien a las mayorías, el contrapeso real a los otros poderes es apenas visible, sino es que inexistente.
No es el afán de lucro, ni la búsqueda de posiciones personales o de grupo, ni la satisfacción de egos la intención de las candidaturas ciudadanas, es el convencimiento pleno de la necesidad de revalorar al legislativo, de ceñirlo a los marcos constitucionales, no es sana para el país la proporción que en la cámara representa los intereses de la nación, tenemos que más del 70 por ciento de los diputados representan los intereses de tal vez el 10 por ciento de la población cuando mucho, mientras que el restante 30 por ciento representa los intereses y las aspiraciones del 90 por ciento de la gente. Esta asimetría es la causante formal de la terrible desigualdad que se palpa en todos los rincones del país, decimos que es la causante formal porque ha renunciado a su esencia de representante popular para convertirse en la mayoría de los casos en simple legitimizadora de acuerdos oscuros y vergonzantes, generalmente de espalda al pueblo. La práctica legislativa se ha convertido en un mero formulismo y pasarela de discursos obsequiosos, en palmadas y ancha sonrisa y en el patético coro de “México, México, México” después a celebrar.
Las candidaturas ciudadanas, con el convencimiento de que todos somos candidatos, serán el medio eficaz para transmitir el programa de acción del movimiento que, junto con la coalición Salvemos México, nos impulsa y apoya, oportunidad invaluable para dar voz a todos, para crearnos un espacio de participación política, es la idea que madura, la que emerge, la nuestra.
LA RUTA
POLÍTICA.
RESCATAR LAS INSTITUCIONES PÚBLICAS
No se logrará ningún cambio si los poderes de la unión y las instituciones públicas continúan al servicio de unos cuantos, se debe recuperar democráticamente al Estado y convertirlo en el promotor del desarrollo político, económico y social del país.
Hay que desechar el engaño de que para crecer, el Estado debe diluirse o subordinarse en beneficio de las fuerzas del mercado. El estado no puede eludir su responsabilidad, su razón de ser es garantizar a todos los ciudadanos una vida digna y justa, con seguridad y bienestar.
En nombre de la “Modernidad” o de la lucha contra un pasado obsoleto se ha aplicado una política devastadora por el despilfarro y la corrupción, crisis sucesivas, ruina, y hoy tenemos más pobres y miserables que nunca y una concentración de la riqueza que es la envidia de todas las derechas del mundo, un estancamiento económico, una injusticia generalizada y el predominio de la delincuencia en vastos territorios del país.
Aspirar a tener una sociedad justa, con una economía que sirva para satisfacer las necesidades de todos, no sólo de unos cuantos privilegiados, tener un Estado democrático y un ordenamiento jurídico en el que la guía sea la ley, restaurar el patrimonio de la nación para dotar al pueblo de una base segura para su futuro desarrollo, son valores de un pueblo que lucha por si mismo. Mantener esta lucha es un imperativo ético, es condición de vida de las fuerzas progresistas que agrupan la izquierda congruente y honesta de nuestro país.
ECONÓMICA.
CAMBIAR EL MODELO ECONÓMICO
Es indispensable cambiar la actual política económica que ni en términos cuantitativos ha dado resultado, México es uno de los países del mundo que menos ha crecido en los últimos años.
La nueva política económica tiene que ser conducida por el Estado. Debe impedirse la injerencia de gobiernos extranjeros y de organismos financieros internacionales. En los últimos 26 años ni siquiera se han elaborado planes de desarrollo en el país, todo se ha hecho a partir de recomendaciones y recetas dictadas desde el exterior. El Estado debe recuperar y hacer valer su facultad para planear el desarrollo de acuerdo al interés nacional.
La crisis que golpea a nuestro país y al mundo es una crisis de carácter estructural, refleja lo pernicioso que es para la sociedad la desregulación en sectores estratégicos, el convertir al estado en simple administrador y vigilante de los procesos de acumulación, del cual se echa mano cuando las cosas no van bien a la minoría privilegiada que una y otra vez ha sido rescatada con dinero y recursos del erario, favorecida con privatizaciones amañadas. Esta minoría en agradecimiento a estas prácticas guarda: 322 mil 224 millones de dólares en el extranjero, 227 por ciento más que la reserva en divisas del país.
SOCIAL.
MORALIZAR AL GOBIERNO
Es necesario cambiar la forma de hacer política, este noble oficio se ha pervertido por complete. Hoy la política es sinónimo de engaño, arreglos cupulares y corrupción, los legisladores líderes y funcionarios públicos están alejados de los sentimientos del pueblo, sigue prevaleciendo la idea de que la política es cosa de los políticos y no asunto de todos. Quienes se dediquen al quehacer público deben tener ideales y entender la política como imperativo ético y de servicio a la comunidad.
Los sueldos de la alta burocracia, los gastos onerosos, servicio médico privado, cajas de ahorro, celulares, edecanes, equipo de seguridad, etc., son un insulto para el pueblo que en su mayoría vive al día y sin esperanzas de mejorar su situación, al menos en el corto plazo.
Le cuesta mucho al pueblo mantener al gobierno. Es necesario hacer valer la política de austeridad republicana, el ejemplo de Juárez y los liberales, el apego al principio de la justa medianía en que deben vivir los servidores públicos. La austeridad no es sólo un asunto administrativo, sino de principios, la austeridad significa rigor y eficiencia, pero también justicia. No es aceptable un gobierno rico con un pueblo pobre.
CREAR UNA NUEVA CORRIENTE DEL PENSAMIENTO
La transformación que necesita el país no sólo debe tener como propósito alcanzar el crecimiento económico, la democracia, el desarrollo y el bienestar, implica también y sobre todo, cristalizar una nueva corriente de pensamiento sustentada en la cultura de nuestro pueblo, en su vocación de trabajo y en su inmensa bondad, añadiendo valores como el de la comprensión, el respeto a la diversidad y la protección al medio ambiente. Alentar un pensamiento que ayude a impedir el predominio del dinero, del engaño, de la corrupción y del afán de lucro, sobre la dignidad, la verdad, la moral y el amor al prójimo. Debemos alentar un modelo de pensamiento sistémico que integre cualidades, capacidades y fortalezas, que promueva la interdependencia e interacción de regiones dentro de su especialidad y particualaridades, basado en los principios que se han mencionado.
SEGURIDAD EDUCACIÓN
No se puede enfrentar el grave flagelo de la inseguridad sino es mediante una estrategia integral que atienda no sólo los efectos sino las causas de este problema, y aún más, los círculos viciosos que son actualmente favorecidos por quienes buscan la concentración del poder.
Si cancelamos las expectativas y oportunidades a nuestros jóvenes al marginarlos de las Universidades y escuelas públicas con el argumento fácil de que no hay lugar para ellos, si no se hace efectivo el derecho que consagra la Constitución a tener un trabajo digno y bien remunerado, si seguimos promoviendo en nuestro diario quehacer modelos de desarrollo individualista y codicioso, estaremos orillando a la juventud hacia las conductas antisociales. Los valores que han permeado a nuestra sociedad no pasan por la promoción de la solidaridad, el estudio sistemático y responsable, la conciencia de clase, ni el respeto, más bien se orientan a la consecución pronta de bienes materiales y superfluos, sin importar que tan lícito sea el medio para allegárselos ni la degradación que como personas y sociedad signifiquen estas conductas.
Es necesario que el Estado retome su papel en áreas sensibles como la Educación, el trabajo, el estado de bienestar, la sana convivencia, el mejoramiento del entorno, la seguridad personal, el respeto a la diversidad y a las diferentes corrientes de pensamiento.
Se debe implementar un modelo educativo científico, racional, herencia de nuestros ilustres liberales y abandonar la tentación de implementar modelos educativos consumistas y productivistas que enajenan a quienes son ahí preparados, ajenos a nuestra realidad e idiosincrasia, generados en sociedades y organismos ajenos a los intereses de nuestro país.
Uno de estos programas importados es La Alianza por la Calidad Educativa ACE. Esta alianza ha pretendido ser impuesta sin el consenso de los docentes ni de la sociedad. No es factible su implementación cuando se ubica en el pago de cuotas de poder y pretende ser instaurada mediante el uso de la fuerza bruta y a contrapelo de nuestras necesidades y realidades.
Para el BM la educación pública debe ser rentable y varias de las áreas mencionadas en la ACE se abren a la participación del capital privado, como la capacitación docente, la certificación de habilidades y la evaluación. Con esta estrategia se niega la capacidad acumulada y los conocimientos generados en torno de la escuela pública en los institutos y universidades mexicanos, así como la participación de los actores centrales: los docentes mismos.
Es pertinente con la visión de la educación como mercancía del BM evaluar los resultados del aprendizaje en torno de las competencias; así, se compra y se vende lo que se sabe hacer, y otros rasgos como el saber ser. El saber ser y el saber convivir no cuentan. En esta perspectiva mercantilista no se consideran ni se valoran los procesos afectivos y socioculturales que están en la base del aprendizaje. Antes de aprender hay que desear aprender, encontrándole un sentido a la vida. Los procesos fundamentales de la educación tienen que ver con disposiciones y capacidades como la capacidad de amar y desear, amarse a sí mismo, a los otros, a la naturaleza, al saber, desear ser alguien que sabe, desear ser parte de una comunidad de vida; por ello la educación no puede limitarse a evaluar competencias.
Siguiendo con esta argumentación, en la evaluación estandarizada que promueve el BM mediante esta política educativa con criterios para países desarrollados ¿dónde queda la posibilidad de valorar el desarrollo de la personalidad moral en los alumnos? La falta de interés y participación en los asuntos públicos, así como la descomposición del tejido social, nos indican que este tema es una prioridad. Las pruebas estandarizadas difícilmente podrán dar cuenta de los más importantes procesos formativos: la reflexión sobre sí mismo, sobre el mundo, la genuina comunicación con otros, la autorregulación, el reconocimiento de los demás, la solidaridad y la capacidad de negociar y gestionar con otros la mejora continua del ambiente grupal, etc. Si estos aspectos no se evalúan ni cuentan para los estímulos económicos, ¿quién se va a preocupar de promoverlos?
Evaluar con una misma prueba a todos los escolares niega la diversidad social y la diversidad cultural. No tomar en cuenta las condiciones de vida y la distancia cultural entre los niños y la escuela propicia más discriminación y exclusión social. ¿Qué escuela va a querer aceptar a niños lentos, desatentos, con dificultad para aprender, pobres, hablantes de una lengua indígena, en extraedad, que les harían bajar los puntajes?
El lugar social que se asigna al docente en esta alianza es de descalificación; se le impone un programa, unos medios, unos fines, además se le vigila estrechamente, se le premia si logra alcanzar los criterios de calidad definidos en otro lado y no se le reconoce su capacidad creativa para hacer frente a la diversidad de los alumnos. Por otro lado el docente es capaz de crear y transformar la cultura, y no se puede hacer una alianza por la calidad educativa sin reconocer el valor intrínseco de las maestras y los maestros.
Todos los estudios a escala nacional y mundial sobre los sistemas educativos destacan como vía para mejorar la calidad de las escuelas el trabajo colegiado de docentes; la ACE rompe con la posibilidad de colegialidad, ya que pone a competir a los docentes entre sí, por los estímulos económicos. Si lo que se va a estimular son los resultados, no habrá tiempo para promover procesos educativos colectivos, que son los que tienen mayor calidad. El ambiente de trabajo se volverá más tenso y conflictivo, por la vigilancia y persecución evaluatoria, pero además nunca se avalúa el aprendizaje de los estudiantes, que debiera ser el verdadero objetivo, sino que se deja en la evaluación y premio de la enseñanza.
En la perspectiva neoliberal del BM que se manifiesta en la ACE, haciendo a un lado las causas que generan pobreza, merece atención solamente la pobreza extrema. Numerosas investigaciones identifican a la pobreza y a sus secuelas en las familias de los escolares como un factor que explica el fracaso escolar, por lo que atender la pobreza extrema de los alumnos es insuficiente, cuando se requiere un cambio en la política económica y social que ponga en el centro la creación de condiciones favorables para alcanzar el disfrute de los derechos humanos de más de 60 millones de mexicanos excluidos. No es suficiente darles unos pesos a las familias en extrema pobreza para quitarles el hambre, porque para que los padres puedan brindarles a sus hijos las bases educativas que les permitan aprender en la escuela requieren condiciones para gestionar una vida digna, y no de zozobra, inseguridad, falta de tiempo y de calma que padecen actualmente.
La ACE no toma en cuenta nuestra historia, ni nuestro contexto, va a contracorriente de la evolución de la cultura pedagógica, es regresiva en muchos aspectos. Los educadores mexicanos, estudiosos, expertos e interesados en la educación son capaces de construir políticas y estrategias para superar los grandes problemas de la educación pública, dialogando con quienes toman decisiones y controlan los presupuestos. Reconocemos que es tarea prioritaria, asumamos esta responsabilidad.
DESTINO
Por: Raúl Zibechi
Son los movimientos de los de abajo los que pueden crear un mundo nuevo, o sea diferente al actual, por una sencilla razón: son los portadores del mundo nuevo, aun en pequeña escala, por medio de iniciativas más o menos integrales, con diversos grados de profundidad, permanencia y extensión. Un mundo nuevo es un tapiz tejido de relaciones sociales no capitalistas. Por lo tanto, no es comparable con lo que ya conocemos. Es otra cosa: en construcción-deconstrucción permanente, en resistencia frente al capital y al Estado, por lo tanto frágil, inestable, inacabado, imperfecto.
Los mundos nuevos que laten en el interior de los pueblos organizados en movimientos no son sitios de llegada, sino apenas escalas espacio-temporales en un proceso de luchas y resistencias interminables, que a su vez impulsan y sostienen esas luchas y esas resistencias. No es fácil definirlos, ni es el caso hacerlo, pero cuando estamos allí, cuando los vivimos y compartimos, no hay duda de qué se trata.
Para que estos movimientos sean capaces de jugar un papel decisivo en el momento decisivo, cuando pase el tornado al que alude Wallerstein, deben darse ciertas condiciones. La primera es que existan, que hayan sobrevivido los momentos más destructivos de un sistema en extinción. No importa mucho que los mundos nuevos sean grandes o pequeños, sino que permanezcan. Buena parte de la energía del sistema está destinada a exterminarlos por la vía militar o a desfigurarlos y cooptarlos por la vía blanda de los planes sociales. El objetivo del sistema es eliminarlos, ya sea por muerte o porque desaparezcan sus diferencias, que es una forma más cruel, si cabe, de muerte.
La segunda condición indispensable para la construcción de un mundo nuevo es que mantengan sus diferencias con el Estado y el capital del modo más puro posible. Para eso deben ser radicales a la hora de conservar sus rasgos propios y no ceder nada que los haga similares a la sociedad actual. Los mundos nuevos que viven en los movimientos son los miles de emprendimientos en la salud, la educación, la producción, la justicia, el poder, que existen en los territorios y espacios controlados por esos movimientos. No importa si están en remotas áreas rurales o en las ciudades. Pueden ser fábricas recuperadas por sus obreros, asentamientos de campesinos sin tierra, comunidades indias autónomas, o los más diversos colectivos (juveniles, de mujeres, sin techo, desocupados) trabajando en las múltiples áreas en las que los de abajo resisten y, para mantener viva la resistencia, se reinventan diferentes.
En este punto, mirando el día después del tornado, cuando haya que recoger las miles de piezas del destrozo, ordenarlas, descartar las partes inútiles por simétricas con el mundo que provocó el desastre, recuperar aquellas que todavía pueden cimentar el mundo otro, los movimientos que se mantuvieron radicalmente diferentes serán un punto de referencia ineludible a la hora de la reconstrucción. En dos sentidos: por un lado, lo que están haciendo, en particular las formas de poder asentadas en la asamblea como razón última, servirán de inspiración para otras y otros de abajo que, aun no habiendo vivido la experiencia de movimientos, sentirán que existen otros modos de vivir y de sentir, colectivos, comunitarios, no mercantiles, donde la lógica de los valores de uso haya desplazado completamente la de los valores de cambio.
Por otro, porque en medio del caos sistémico que caracteriza las transiciones hegemónicas, como las define Giovanni Arrighi, los espacios comunitarios pueden ser un principio de orden que estimule la propagación de nuevos modos de vida, menos jerárquicos y opresivos que los actuales. Dicho de otro modo: si cuando lleguen los momentos decisivos (cada quien encontrará la metáfora más apropiada para nombrarlos) no existiera una porción de la humanidad de abajo haciendo y viviendo de otra manera, según los modos del mundo que anhelamos, lo más seguro es que en ese momento, por inercia cultural y por la sobrevivencia aun parcial de la clases dominantes, se reconstruya un mundo muy similar al actual.
Sin embargo, nada de lo anterior es seguro. En medio de la tormenta, cuando los paradigmas conocidos y los instrumentos de navegación dejaron de orientarnos, por honestidad intelectual se debe admitir que existe amplio margen de error. También ahí hay que elegir con quién equivocarse: hacerlo junto a los movimientos de los de abajo es, seguramente, el mejor camino.
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sábado, 2 de mayo de 2009
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