Lo cierto es que la visita que hiciera Andrés Manuel López Obrador el miércoles 5 de octubre a la emblemática ciudad de Monterrey, podría significar un parteaguas en la lucha que libra el tabasqueño para conquistar la candidatura presidencial de las izquierdas.
Y es que el evento promovido bajo la bandera del movimiento social Despierta México, liderado por los empresarios Alfonso Romo y Fernando Turner, y al que asistieron unos 800 empresarios y líderes sociales, fue todo un suceso.
Sobre todo cuando muy pocos podrían haber imaginado una escena en la que Andrés Manuel López Obrador entrara a un recinto escoltado por empresarios con los que compartiría el podio y el discurso. En el “reaccionario” Monterrey sucedió.
El hecho fue posible después de una evaluación en la que algunos dirigentes regiomontanos concluyeron que lo hecho en los últimos 70 años no funciona.
Más aún, que para ellos, ni el PRI ni el PAN son en este momento una alternativa viable para resolver los grandes problemas nacionales.
Por eso sus promotores organizaron una serie de encuentros de López Obrador con hombres de empresa, líderes sociales, profesionistas y estudiantes universitarios. Para conocer de viva voz los planteamientos del líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
El contexto del encuentro de Monterrey no podía ser más dramático. Con una metrópoli padeciendo el más alto índice de violencia a nivel nacional, el duelo del casino Royale a cuestas, un Gobierno estatal priísta muy cuestionado y administraciones municipales panistas bajo presión, el ánimo se dispuso a escuchar “la otra opción”. La expectativa creció.
Y en el Centro Internacional de Negocios de Monterrey se dieron cita apellidos como Canales, Sada y Clariond, ligados por lo general al PAN o al PRI. Lo mismo sucedió en la comida privada que tuvo López Obrador con unos 100 empresarios y dirigentes en el Club Hípico La Silla.
Fue ahí donde encontraron a un líder de Morena más analítico, más mesurado, más propositivo, menos confrontador.
López Obrador se comprometió a impedir que avance el proceso de desindustrialización que padece México, suscribiendo un pacto que de mutuo acuerdo ataque puntos específicos y medibles. “Si ustedes le entran, yo me comprometo”, les habría dicho a los empresarios. Analicemos este parteaguas.
HARTOS DEL PRI Y DEL PAN
El empresario Fernando Turner abrió el evento para advertir que México está urgido de un líder transformacional.
Dijo que es intolerable, que es un pecado social y moral tener a la mitad de los mexicanos en la pobreza.
Y eso sólo es explicable por la mala administración de los que manejaron el país en los últimos años.
Turner expresó que México es como un carro viejo. “No hay carro, ni motor, ni dirección”.
Urgió a los empresarios y líderes sociales a generar un cambio urgente de ideas. Salir de la zona de confort y combatir un sistema que claramente ya no funciona.
Vino entonces la intervención del empresario Alfonso Romo, el mismo que hace 12 años sacudiría a la clase política nacional al anunciar su respaldo abierto al entonces precandidato Vicente Fox.
El presidente del grupo Pulsar urgió a concretar un cambio en el rumbo de la nación para que México sea un orgullo y no una pena.
Y presentó un diagnóstico de contrastes entre la riqueza que posee el país y la pobreza de sus resultados.
Alfonso Romo fue contundente: “Todo lo que hicimos en los últimos 70 años no funciona”, y dijo que él participó activamente para llevar a Vicente Fox a la Presidencia, pero que sólo sirvió para aumentar las desigualdades.
El empresario regiomontano señaló que como muchos mexicanos y una gran parte de los hombres de empresa de México, hace seis años juzgó severamente a Andrés Manuel López Obrador. “Fui intolerante”.
Y definió por qué se hacía presente en el evento con el precandidato de la izquierda en Monterrey.
Se dijo decepcionado de un PRI que designa en asamblea a un presidente de partido, Humberto Moreira, a quien calificó como emblema de la corrupción en México. “Eso fue lo que eligieron todos los gobernadores priístas. Corrupción e impunidad. Yo ahí, como muchos, no jugamos”.
Se dijo decepcionado también del PAN, al que se le dio la oportunidad y terminó con 12 años de lo mismo. “Pero ya no más de lo mismo. Vamos a construir una sociedad en la que se dignifique a la persona. Vamos a hacer de este país un ejemplo de clase mundial”.
Alfonso Romo advirtió que la verdadera reforma fiscal es aquella que cuando un individuo con una buena idea levanta la mano para crear riqueza, encuentra capital o deuda a su alcance para transformar.
POR UN CAMBIO DE VERDAD
Vino el turno de Andrés Manuel López Obrador en un escenario hasta hace meses impensable. Frente a cientos de grandes, medianos y pequeños empresarios de Monterrey, líderes camerales y sociales.
El líder del Movimiento de Regeneración Nacional urgió a una transformación de la vida pública, a una renovación tajante en todos los órdenes.
“Cambio en la forma de hacer política y fortalecimiento de valores espirituales y morales (…) queremos un cambio de verdad, porque el término cambio se ha desgastado mucho (…) este régimen ya dio de sí. Sólo vamos a poder sacar adelante al país con una renovación”.
Pausado, ecuánime, con un discurso sereno, advirtió que si no hay cambio de régimen, no se podrá frenar la degradación progresiva que padece México en medio de un régimen de corrupción y privilegios.
Dijo que el cambio no se va a dar de arriba hacia abajo. Es una cuestión de participación desde las bases. “A los que se aferran en mantener este régimen no les ha ido mal. Son minoría, pero les ha ido muy bien”.
Expresó que la política neoliberal aceleró la codicia, el pillaje y la corrupción.
“Los que mandan en el país, el monopolio del poder, el supremo gobierno oligárquico y conservador, no quiere los cambios”, manifestó.
El líder de Morena dijo que sólo el pueblo puede salvar al pueblo. “Sólo el pueblo organizado puede salvar a la nación”